La nueva vida de un ex presidiario
En los últimos años, el cine francés emprendió un argumento con características similares al que narra La mentira, nueva película de Xavier Giannoli (El cantante). En la excelente El adversario y en El empleo del tiempo, los personajes centrales, con falsas identidades, transgredían ciertas normas establecidas por la sociedad, presentando ambas películas una particular mirada sobre la ética y la moral de las instituciones. Dentro de esos dilemas se encuentra Paul Muller (François Cluzet), un ex presidiario que toma el rol de empresario de la construcción con el propósito de reiniciar la extensión de una autopista que favorecería el bienestar de un pueblo. La aparición de este personaje, claro está, modificará los comportamientos de los habitantes, entre ellos la alcalde (interpretada por la gran actriz Emmanuelle Devos) y una pareja de jóvenes residentes del lugar. La mentira está basada en hechos reales, tiene algunas escenas de interés de acuerdo a las peripecias que vive el personaje de Muller y una sutil opinión sobre los mecanismos de poder, el afán de progreso y los manejos empresariales. Sin embargo, hay un punto donde la película flaquea: la poca verosimilitud que ofrece la historia. ¿Es posible que nadie sospeche de un personaje tan particular como Peter Muller? ¿Los habitantes del pueblo jamás dudan de su origen? ¿Por qué Muller decide emprender semejante proeza ética? ¿Cuáles son sus motivos? Además, La mentira, un film atractivo por su narración, que fluye sin inconvenientes pese al exceso de minutos, derrapa en un aspecto central: el antihéroe que encarna Clouzet (un buen actor) no tiene la mínima seducción para que un pueblo, una alcalde, una pareja de jóvenes enamorados, un banquero y un montón de obreros dispuestos al trabajo se rindan a sus pies y acepten con fervor sus decisiones. <