El peaje de cada día
¿Anarquismo light ? ¿Crítica política (y psicológica) al capitalismo corporativo para todo público? ¿Un hecho real trastrocado en fábula (inverosímil)? La mentira , la cuarta película de Xavier Giannoli, pertenece a cierta tradición del cine galo que cada tanto nos recuerda el delirio en el que vivimos. La cuestión humana , Recursos humanos , El empleo del tiempo , El adversario son películas de dicha tradición. Aquí, el título original del filme ( En el inicio ) va un poco más allá de su traducción, en todo caso, la combinación de ambos títulos devela un orden simbólico específico. En el inicio todo fue una mentira.
La película está basada en un hecho real: un sujeto solitario y misterioso, estafador y psicológicamente enajenado, consigue engañar a todo un pueblo, sumido en la desocupación y en el desaliento, con un proyecto vial totalmente abandonado (la terminación de una ruta). En realidad, al menos en la película, no se trata solamente de una esperanza laboral en una población mayoritariamente trabajadora sino de una utopía social a pequeña escala. El placer de un emprendimiento colectivo, no la mera salvación del propio pellejo.
Así, Phillip Miller o Paul (gran trabajo de François Cluzet) montará una empresa fantasma, obtendrá crédito bancario, ayuda de inversionistas y una constructora, predisposición sindical e incluso tendrá apoyo de la alcalde, con quien vivirá un romance (hay otra historia de amor, entre dos jóvenes proletarios, tan importante como la de Phillip y Stéphane, interpretada por la gran Emmanuelle Davos). La vieja y cándida idea de que una de las variables oculta del capitalismo es la confianza tiene aquí un giro irónico y perverso. Naturalmente, el relato trabaja sobre un doble suspenso: ¿finalizarán la autopista antes de que la mentira sea descubierta? Las consecuencias lógicas de semejante revelación son imaginables.
Giannoli apuesta demasiado a la pedagogía y, si bien el filme tiene matices, la musicalización y algunas escenas de manual (como el plano final y el accidente previo al epílogo) sobreestiman un poco el poder del relato, apuntalado por su carácter verídico y la calidad ostensible de los intérpretes. La presencia efímera de Depardieu, además de coronar la solidez dramática del filme, es central para la historia. Dos diálogos entre él y Cluzet expresan un punto de vista: en última instancia todo se define en cómo se consigue el pan de cada día.
La mentira no sólo inquieta por señalar el fundamento deleznable de un modelo económico sostenido a fuerza de la credulidad colectiva, sino que sugiere algo más espeluznante: la inestabilidad psíquica de su (anti)héroe es secretamente el costo no económico que todos pagamos dócilmente para resguardar el sistema dominante.