El crecimiento de un cineasta.
Como cinéfilo siempre he encontrado/elegido distintos caminos en la elección de ver films a través de los años. Esas búsquedas las he visto relacionadas a las etapas mismas que uno vive a lo largo de su vida, los cambios de ánimo, la necesidad del momento. Los mapas de ayuda para empezar estos recorridos a veces se vincularon a ir conociendo el cine a través de las entregas de premios como lo ha sido en mi infancia, principalmente los Oscars, la llegada a mis manos de revistas especializadas en cine, video, las críticas de los diarios en sus dias jueves (de estrenos), secciones apartadas a espectáculos en revistas, los festivales de cine, hasta llegar a mi modo de autopiloto actual y más disfrutable hasta el momento, el seguir una filmografía de directores, en forma cronológica.
Estos distintos caminos y forma de recorrerlos a su vez, generan nuevos lazos, algo así como las actuales redes sociales, donde uno termina enterandose que un amigo es a su vez el amigo de la amiga de otro amigo, los seis grados de separación.
A qué quiero ir con esto?
En el camino de recorrer la filmografía de Diego Lerman, uno denota un crecimiento exponencial en materia cinematográfica, desde el filmar con escasos recursos y obtener resultados más que satisfactorios, así llegaron Tan de Repente al BAFICI 2002, seguida de Mientras Tanto y ahora La Mirada Invisible.
Tan de Repente abordaba un tema local como un despertar lésbico latente en la protagonista, una chica gordita de carácter pasivo, frente a otra completamente opuesta, marginal, autoritaria, rebelde, junto con una amante, y con un modo violento, terminan manteniendo una relación particular. Filmada en blanco y negro, poco convencional, Indie, bizarra.
Con el salto a La Mirada Invisible, Lerman crece, muestra habilidad, un trabajo sobre un estilo completamente diferente a sus anteriores incursiones cinematográficas. ¿Es aquí donde puede perfilarse como una nueva promesa en relación al cine argentino que nos representa?
La Mirada…va de una chica (excelente Julieta Zylberberg) que entra al Colegio Nacional Buenos Aires bajo la categoría de preceptora, el año es 1982, ya casi abandonando la dictadura militar, con Galtieri al mando del país, casi embarcándonos en la nefasta Guerra de Malvinas. Las esquelas de la época nefasta, se hacen ver en el cotidiano de la institución, jerarquizada y de renombre, con historia propia, lugar donde mismos próceres argentinos pisaron el establecimiento, un lugar donde hacer historia. Uno de los principales (Osmar Nuñez), es de aquellos a favor del régimen que quedaron al mando de la institución, los modales y conducta impuesta hacia el alumnado es característica de un orden militar, el tomar distancia, las reglamentaciones sobre el uniforme, el pedido de documentación frente a cualquier altercado o conducta sospechosa, denotan una modalidad que tanto internamente bajo las paredes que rodean la institución eran sostenidas en su exterior tambien.
María Teresa (Zylberberg) se destaca por estar viviendo reclusa de sus pasivas actitudes, ve a los hombres tomando una distancia de represión tal que su vida sexual es nula, mira, observa desde un lugar voyerista para saciar su interrogante y necesidad. No encaja con sus pares, va a una fiesta y es distante, pasa desapercibida.
La Mirada...está basada en la novela Ciencias Morales de Martín Kohan, y es de esos films cuya primer mirada deja al espectador analizando y repercutiendo por días, el poder digerir los acontecimientos visualizados. La experiencia de utilización de las miradas plasmadas con los fuera de campo son efectivas, una herramienta empleada minuciosamente.
El film fue presentado en la sección de la Quincena de Realizadores del reciente Festival de Cannes, representando a nuestro país.