Emotiva evocación de una carrera mítica.
Hay una localidad alemana cuyo solo nombre despierta ecos de un lejano orgullo en los viejos argentinos, y emoción plena e inmediata en los argentinos tuercas de cualquier edad: Nürburgring. Hay una frase impresionante: "Las 84 horas de Nürburgring"; 84 horas, tres días y medio, corriendo día y noche, bajo la lluvia, por un circuito lleno de desniveles, curvas ciegas, con un precipicio a uno de los costados, y pinos en vez de guardarrailes.
Para darse una idea: Juan Manuel Fangio quería poner una placa de bronce en el árbol contra el que años atrás se había matado el pibe Pinocho Marimón. Los responsables del circuito se negaron, explicándole con todo respeto: "vea, si permitimos poner placas justo en los lugares donde hubo accidentes fatales, esto sería un cementerio" (ésos y otros fantasmas de las pistas son poéticamente representados en el hermoso documental"Fangio", del inglés Hugh Hudson, que después hizo "Carrozas de fuego").
Pues allí, desafiando los riesgos, surge otro nombre: Torino. Y una definición: Industria Argentina. Catorce mecánicos, 10 pilotos, dos líderes enormes: elChueco y Oreste Berta, jefe técnico. Y tres autos. Detrás, los obreros y patrones de IKA, Industrias Kaiser Argentina, que sólo tres meses antes se habían enfrentado en el Cordobazo, pero ahí estaban siguiendo por radio las alternativas de la carrera. Y los periodistas mancomunados: por expreso pedido de Fangio, ninguna empresa tuvo la transmisión exclusiva. Debieron organizarse entre todos, tal como se ayudaban mutuamente los corredores automovilísticos de aquel entonces.
Esta película registra ésa y otras anécdotas, el verdadero espíritu deportivo que había entonces, los autos en el momento de ser cargados en el muelle, los reconocimientos del terreno, el silenciador atado con alambre en medio de la carrera, las alternativas dramáticas, la última vuelta, el recibimiento triunfal en Ezeiza y para algunos también en Córdoba, el orgullo de haber demostrado ante las grandes marcas de Europa que acá ya se estaban fabricando muy buenos autos (no sólo se ensamblaban piezas importadas).
Todo eso, relatado por Oreste Berta, Carlos Lobbosco, Oscar Franco, Oscar Fangio, Jorge Cupeiro y el mecánico Renzo Comari, con imágenes conservadas por Franco y otros corredores, Eduardo Gesumaría, Di Film y Canal 10 de Córdoba, más el archivo radial de Eduardo y Cristian González Rouco, y un trabajo de sonido que convierte en estéreo el rugir de los motores. En el montaje (con Lucila Kesselman) y coordinación de postproducción, Emiliano Serra. En guión y dirección, el cordobés de adopción Adrián Jaime, que hace aquí su primer documental de sola firma, luego de "Tosco, grito de piedra" (evocación de un sindicalista honrado que nunca pidió licencia gremial) y otros trabajos hechos en colaboración.
También cordobés, dicho sea de paso, es otro documental de motores nacionales: "Rastrojero. Utopías de la Argentina Potencia" (Marcos Pastor y Miguel Colombo, 2005), cuyo único error está en el título. Aquello no fue una utopía, y el slogan de Argentina Potencia pertenece a otra época, no muy memorable que digamos.