El thriller es uno de los géneros favoritos del cine nacional y de Miguel Cohan. Su nueva película nos mete de lleno en conflictos familiares que pueden terminar en violencia.
Miguel Cohan sentó las bases de su carrera como director gracias a una serie de thrillers criminales, plagados de misterio como la adaptación de “Betibú” (2014), “Sin Retorno” (2010) o la miniserie “La Fragilidad de los Cuerpos”. Con “La Misma Sangre” vuelve a este terreno harto conocido, mezclando los dramas familiares con una historia donde la violencia es una mancha bastante difícil de quitar.
Elías (Oscar Martínez) heredó los campos de su padre (Norman Briski) y unas cuantas deudas que nunca pudo remontar. Su última iniciativa (y salvavidas) es el queso de búfala, una exportación que necesita concretar, pero para ello requiere algunos permisos que no llegan y dinero que no tiene al alcance de la mano. Todo arranca después de una tensa reunión familiar. Cuando a la madrugada, Carla (Dolores Fonzi) recibe la llamada de su papá Elías y la triste noticia de la muerte de su mamá, Adriana (Paulina García), en un extraño accidente doméstico.
Santiago (Diego Velázquez), esposo de Carla, médico que pudo atestiguar la discusión entre los dos cónyuges, tiene sus reservas en cuanto al hecho, sospechas que lo van a poner en la mira de su suegro y en conflicto con su esposa. Lo cierto es que nada es lo que parece en el seno de este matrimonio que llevaba 35 años de casados y muchas miserias acumuladas, secretos que Carla irá descubriendo aunque la verdad le pegue como un balde de agua fría.
Cohan y su coguionista, Ana Cohan, nos pasean entre presente y pasado para recorrer y reconstruir los días previos a la tragedia. Al mismo tiempo, Elías intenta seguir adelante y concretar el bendito negocio; mientras que la relación entre Carla y Santiago se empieza a desmoronar cuando él insiste en las irregularidades del hecho. Lo cierto es que ella no logra concebir que el matrimonio de sus padres distara bastante de ser perfecto, y ahora debe asimilar nuevos descubrimientos, y hasta la posibilidad de que su padre sea un asesino.
Como espectadores, corremos con un poquito de ventaja y siempre estamos un paso adelante en cuanto a la información que manejan los protagonistas. Igual, los realizadores van desmenuzando su trama poco a poco, dejando que el drama familiar siempre se sobreponga al misterio y el caso “que debe ser resuelto”.
La cotidianeidad, los secretos, los miedos y las apariencias marcan el ritmo de un relato que es correcto y atrapa hasta cierto punto, pero no termina de impactar en su totalidad. Ni las actuaciones de Martínez o Fonzi logran sobresalir, más si tenemos en cuenta lo bien que se llevan con el género en películas más celebradas como “El Ciudadano Ilustre” (2016) o “La Cordillera” (2017). Perdón por la comparación. El material, obviamente, no está del todo a su altura, por cierta desprolijidad de la narración, personajes sobreactuados por momento, y un final demasiado apresurado y retorcido para la calmada vida que llevan estos protagonistas.
¿De tal padre, tal hija?
Hay algo que siempre nos choca de las películas argentinas y tiene que ver con el realismo y la forma en que se nos presenta el contexto y los personajes. Pocas veces logramos relacionarnos con ellos, justamente, porque parecen cortados con una tijera neutral y un tanto en pose “telenovelesca”, tal vez, resultado de una gran tradición televisiva. Ojo, es conjetura y una postura bastante personal, un detalle menor pero que afecta al conjunto, sobre todo cuando se trata de profundizar en temas que van más allá del simple hilo argumental.
“La Misma Sangre” intenta hacerse eco de cierta herencia violenta y comportamientos de los que no podemos escapar. Acá, los protagonistas de la película prefieren buscar salidas más complejas y retorcidas en vez de enfrentar sus miedos o la verdad. Un punto interesante que los realizadores nunca llegan a desarrollar completamente, ya que se pierden en momentos banales como las constantes visitas de Elías a la oficina de permisos para reclamar un papelito que nunca llega, un “paso de comedia” un tanto reiterativo que no suma demasiado a la trama y entorpece el suspenso.
La película de Cohan tiene una premisa interesante, temas que se desprenden de ella aún más atrayentes y un gran elenco, pero en el conjunto es una historia más que se va quedando por el camino. A medida que vamos descubriendo la verdad de aquella noche y la de los sucesos de los días anteriores, también vemos las fallas del argumento, los cabos que quedan sueltos y los hilos de una narración que no termina de cerrar completamente.