La nueva superproducción protagonizada por Tom Cruise, una remake del clásico filme de terror del estudio Universal que funciona como el inicio de una nueva saga de películas de “monstruos”, arranca como un buen filme de aventuras pero luego se deja llevar por los efectos especiales. Entretenida y con momentos disfrutables, pero menor.
Hay algo que, a pesar de pertenecer a la “comunidad crítica cinematográfica”, no deja de sorprenderme en cuanto a su accionar. A nuestro accionar, digamos. Y me refiero al consenso que se genera respecto a ciertos productos, llamémoslos, de la industria. En lo relacionado al cine de autor –o cine de festivales– existen consensos más o menos parecidos, pero esa es otra historia. Acá me refiero a los grandes tanques de taquilla.
Desde que se dieron a conocer las primeras críticas de LA MOMIA quedó claro que los colegas norteamericanos la declararon un desastre. La peor película de Tom Cruise, de una franquicia, del año, de la historia. Con tal de generar más clics en sus sitios la película debía ser “lo peor” de algo, de lo que sea. Algo similar sucedió con BATMAN VS. SUPERMAN o ESCUADRON SUICIDA. Esa necesidad de llevar las cosas al extremo me resulta intrigante, hasta sospechosa. No hablo –como los fans de DC Comics– que los críticos “trabajen” para Marvel (o Disney) y se pongan en contra de todos sus potenciales rivales en el rubro superproducción. Me refiero, más bien, a la necesidad de ir de lleno contra (o a favor de) algo por motivos extracinematográficos. Y creo que en este caso el que la liga es Tom Cruise.
No vi LA MUJER MARAVILLA aún pero estoy seguro que buena parte de las excelentes críticas que tuvo están relacionadas al más que respetable deseo de que haya más directoras mujeres y más protagonistas femeninas en el cine industrial. Esto no quiere decir que no pueda ser una gran película (insisto, no la vi), pero esa “buena voluntad” esta expresada en las críticas. Con LA MOMIA, tengo la impresión, sucede lo contrario. Por motivos extra-cinematográficos (se sabe, el temita de la Cientología, entre otros), Cruise no es un tipo demasiado querido ni respetado en ciertos ámbitos de Hollywood, y con sus películas sucede un poco lo contrario: se las suele ver casi deseando que sean malas o, al menos, flojas. Hacer leña de un árbol a medio caer para terminar destrozándolo.
¿Quiero decir con esto que LA MOMIA es una obra maestra incomprendida? No, para nada. Es, en el mejor de los casos, un exponente más del modelo de superproducciones de esta década en la cual una historia potencialmente rica en matices (como quedó demostrado en sus encarnaciones anteriores) es consumida por teams de efectos especiales que, en su última mitad, empiezan a mostrar lo suyo y se olvidan de que se estaba construyendo una trama más o menos interesante acerca de la llegada a Londres de una peligrosa princesa egipcia que fue momificada viva y escondida bajo tierra y que, en medio de un bombadeo en la guerra de Irak, es descubierta. Ese descubrimiento, obviamente, terminará en caos.
Hay muchas puntas ricas para el análisis en esa primera parte del filme. Cruise encarna a Nick, un hombre de pocos escrúpulos que roba y vende objetos antiguos antes que una organización tipo ISIS los destruya para siempre. Y cuando aparece este hallazgo lo primero que piensa es sacar provecho económico con él. Pero la momia es mucho más que una artesania egipcia y la situación lo excede. A él lo acompaña otro buscador de objetos (Jake Johnson) y una arqueóloga (Annabelle Wallis), que sí entiende la importancia histórica del hallazgo.
Pero cuando todo parece encaminarse hacia una aventura que, al menos en espíritu, remede a las de Indiana Jones, el truco dramático del filme es que Nick es poseido de algún modo por el espíritu de la princesa Ahmanet (la bella Sofia Boutella) y durante el resto de la trama debe lidiar con esa situación: dejarse llevar por los deseos maléficos de ella, los pragmáticos de él o tratar de ayudar a detener a esta mujer liberada de su tumba y furiosa. En el medio su relación con la arqueóloga se intensificará y eso tornará aún más complicada su situación. Y además está Russell Crowe, pero como ni la película sabe bien qué hacer con él, tampoco tiene mucho sentido spoilear su rol. Es poco lo que vemos de él aquí, pero uno imagina que en los planes a largo plazo del estudio Universal de construir un “universo/franquicia” con sus clásicos monstruos tendrá un peso más importante luego. Y no solo en el sentido literal…
La película de Alex Kurtzman tiene un par de intensas y bien logradas escenas de acción (una, al principio, en Irak; la otra, una persecución bajo el agua) pero en su segunda parte se deja dominar por efectos, explosiones, bichos de todo tipo y una narrativa que no se decide bien para donde ir. ¿Es una película de Tom Cruise o una en la que solo juega un rol más entre varios? ¿Tiene sentido meter a una estrella de su calibre en una franquicia sobre criaturas de terror o eso la vuelve una contradicción en sí misma? Es cierto que Tom no está en su mejor registro. Se lo ve forzado en las partes cómicas que normalmente maneja con facilidad y si hay algo que usualmente hace funcionar a sus películas es la convicción de sus personajes, convicción que acá se esfuma. Un Cruise que duda no es el mejor Cruise posible.
Sí, LA MOMIA es una película que arranca bien y termina bastante mal, que promete más de lo que cumple y que será olvidada dentro de la carrera del actor. Y las cifras de taquilla determinarán si esto cierra de un portazo el Dark Universe que planea el estudio o no. Ahora, ¿es la peor película de la carrera de Cruise? No, para nada. ¿Es un bodriazo peor que gran parte de las superproducciones que se estrenan semana a semana? Tampoco (y dura media hora menos). Es una más de todas ellas, lo cual torna extraño que se la castigue tan severamente, cuando tanta otra secuela recibe una palmadita en la espalda. No creo que sea justo. De hecho, tengo la impresión que –así como sucede con Adam Sandler, otra víctima perpetua de la crítica estadounidense– hay cierto placer en alguna parte de la crítica en destrozarlo, en transformar cualquier cosa mediocre o más o menos fallida que Cruise haga en algo impresentable. Y LA MOMIA no lo es. Es tan solo una superproducción discreta y menor, con algunos momentos disfrutables.