Un clavo en el ataúd
La momia, con Tom Cruise, no funciona en ninguno de sus aspectos y resulta un flojísimo puntapié inicial para el regreso de los monstruos de Universal.
Hay varias cosas que no se entienden de La momia, la nueva remake del clásico de Boris Karloff y puntapié inicial del Dark Universe, nueva franquicia de de la Universal. En primer lugar, cómo cayó Tom Cruise, un tipo que siempre elige cuidadosamente sus proyectos, en esta película tan mala. En segundo lugar, cómo pueden haberle pifiado tanto al tono, teniendo en cuenta que pretenden (¿pretendían?) que la película fuera los cimientos de una serie en la que van (¿iban?) a apuntar todos sus cañones.
De la misma manera que Marvel y DC, con su serie de películas relacionadas, con personajes que se repiten de una a otra e easter eggs para satisfacer a los fanáticos, Universal decidió desempolvar a sus célebres monstruos y crear un universo que recorra varias películas. Recordemos que en los años ‘20, esta compañía empezó con una serie de películas de terror que no solo fueron muy exitosas en el momento sino que hoy son clásicos: El fantasma de la ópera y El hombre lobo, con Lon Chaney; Drácula, con Bela Lugosi; Frankenstein, La novia de Frankenstein y La momia, con Boris Karloff; El hombre invisible, con Claude Rains; y muchas otras, también inspiradas en cuentos de Edgard Allan Poe y demás.
La propuesta es interesante y las posibilidades son infinitas. A diferencia de Marvel y DC, acá no hay un material de origen tan fuerte. No están los comics, y si bien hay ciertas novelas o leyendas (Bram Stoker, Mary Shelley, H. G. Wells, Tutankamón), están todas libres de derechos y se puede inventar. La libertad, claro, tiene su lado oscuro: tampoco hay de dónde agarrarse. Tener un mito de origen tan fuerte como Batman sirve para esculpir sobre él. Pero, como ya hemos visto en varias oportunidades, esto tampoco es garantía de calidad.
Lo que hacen con La momia es un despropósito. Es muy interesante comparar el comienzo con el de Iron Man - El hombre de hierro, allá por el lejano 2008, que de alguna manera fue la película que empezó todo. Mientras que Iron Man empezaba in medias res, con Tony Stark (Robert Downey, Jr.) atravesando una ruta polvorienta en Afghanistan y siendo atacado por un grupo terrorista, el comienzo de La momia tiene un largo flashback en el que el personaje de Russell Crowe narra la historia de la princesa Ahmanet (Sofia Boutella). Es un comienzo trabajoso, carente de encanto, que nos quiere meter este nuevo universo de prepo. Iron Man era una película en sí misma y las conexiones con las otras películas de la franquicia vinieron después, o estaban ahí como un dato de color. La momia nos tira por la cabeza toda la mitología sin atraparnos antes, nos quiere coger antes de darnos un beso.
Pero ese no es el único problema. La momia se mira también en el espejo de Iron Man en el humor. En principio, es un intento loable. No tomarse en serio es fundamental y es algo que ya entendió DC, que en Mujer maravilla apela con bastante efectividad al humor. El problema es que en La momia hay falta de timing para el humor. No es solo que los gags sean malos, cosa que en un punto es opinable y puede no ser tan grave porque no estamos ante los Monty Python, sino que están donde no tienen que estar y son dichos por la persona incorrecta. No puede haber un chiste cuando nos tenemos que asustar, no puede haber un zombie gracioso, a menos que hagamos Muertos de risa. Acá el humor recae en Jake Johnson, el socio de Tom Cruise, y como comic relief es horrible.
Más allá de algunas secuencias que al comienzo de la película permitían ilusionarnos (el accidente en el avión no está mal), La momia no funciona en ninguna de sus vertientes. No hace reír, no asusta (¿una momia interpretada por Sofia Boutella que parece salida de una playa de Punta del Este antes que de una tumba egipcia?) y no nos hace interesarnos en lo que vendrá: el personaje de Russell Crowe, que pinta para ser el Nick Fury de este universo, es irritante y estúpido.
Cuando se anunció el Dark Universe me entusiasmé. La presencia de Tom Cruise y del guionista Christopher McQuarrie (que habían hecho buena dupla en Jack Reacher y Misión Imposible: Nación secreta) parecían garantía de que la cosa iría por buen camino. El resultado es catastrófico y parece difícil que pueda levantar con la próxima entrega, que para colmo será remake de la mejor de las originales: La novia de Frankenstein, con Javier Bardem en el papel del monstruo y la dirección de Bill Condon (La bella y la bestia). Lo bueno es que será recién en 2019 y quizás ya nos hayamos olvidado de este primer paso en falso.