Enterrado
La momia supone el inicio de una saga en la que Universal y su “Dark Universe” resucitan a los monstruos clásicos para insertarlos en el siglo XXI con el objetivo de crear una franquicia interconectada al estilo del Universo Marvel. El problema es que, lo que en principio parecía una propuesta interesante, no funciona por sí misma y menos como una base sólida para las películas que le seguirán. El comienzo de esta primera entrega encuentra a Tom Cruise en Irak junto a su compañero (Jake Johsonson). La dupla de soldados/ladrones de antigüedades se topa accidentalmente con la tumba de Ahmanet (Sofía Boutella), una princesa egipcia que hizo un pacto con el Dios de la Muerte y que, luego de haber sido enterrada viva y borrada de la historia por los crímenes que cometió, despierta para concluir el ritual bajo la forma de una muerta viviente sexy que roba vidas a través de besos.
Los primeros minutos anuncian el resultado catastrófico: la historia de esta princesa contada en un interminable flashback que carece de cualquier tipo de encanto (como si se tratara de un trámite obligatorio en vez de un mecanismo para generar interés), la falta de timing humorístico entre Cruise y Jonhnson, y la anodina Annabelle Wallis, cuyo personaje no tiene un objetivo propio y que solo está ahí para hacer de comodín cuando la narración lo disponga.
Si bien hay momentos en los que la película cobra fuerza, como en la escena del avión y en alguna con Russell Crowe (que parece divertirse y se nota, aunque su personaje nunca se desarrolla), el impulso prometido queda rápidamente enterrado bajo una sucesión de secuencias desarticuladas, carentes de alma y montadas de forma muy atolondrada en medio de una trama zombie inconsistente y arbitraria con arañas, ratas, y pájaros digitales poco convincentes en la que suceden cosas que no se terminan de entender. El guion escrito a seis manos hace agua por todos lados, pero eso no sería tan problemático si la película pudiera al menos construir un monstruo sólido o contar una situación de forma atractiva.
Kurtzman no sabe aprovechar la presencia de un actor como Tom Cruise, que con su mera aparición suele hacernos creer cualquier cosa por más inverosímil que sea, y desperdicia el talento de Christopher McQuarrie, coguionista y director de las maravillosas Jack Reacher y Misión Imposible: Nación secreta. La momia tenía todo para cobrar vida y dar inicio a grandes aventuras, pero sus partes mal ensambladas terminaron convirtiéndola en un Frankenstein diseñado exclusivamente para vender entradas sin rastros de humanidad ni de cine.