El segundo film del más reconocido como guionista y productor Alex Kurtzman entretiene, aunque queda a mitad de camino entre lo que es y lo que pudo ser. Su pertenencia a algo más grande se hace notar. El cine de terror tiene incontables variables y formas, y entre ellas se encuentra la de los monstruos clásicos.
Personajes salidos de alguna mitología, de leyendas, o de la literatura universal que, casualmente, perdieron sus derechos de autor, por eso suelen ser carne de cañón para que se haga lo que quiera con ellos, desde comedias a films pornos.
No hace falta mucha presentación cuando hablamos de “Los Monstruos de la Universal”, el gigante de Hollywood hizo sus primeros éxitos en base a ellos, y sus imágenes se convirtieron en iconografía popular. Pero las décadas pasaron, el mercado cambió, y siempre se tuvo la idea de resurgirlos, con varios intentos infructuosos, películas exitosas (y otras que no), pero que nunca pasaron del “primer monstruo”, y el proyecto siempre postergado de volver en cantidad.
Todo esto para decir que esta nueva versión de La Momia (con la trilogía de Brendan Fraser y Cia. ¿Aún fresca?) se presenta como una suerte de primer capítulo de algo llamado Dark Universe, y que intentará enlazar la historia de varios de los monstruos conocidos dentro de un mismo universo cinematográfico; algo que, en el recorrido del film, afecta, positiva y negativamente.
Si uno mira lapublicidad alrededor de La Momia pareciera haber algo tan o más importante que la momia en sí misma; sí, el protagónico del mega astro inoxidable Tom Cruise, en la piel de Nick Morton, soldado encargado de la inspección de territorio, que junto a su colega y amigo Chris Vail (Jake Johnson) realizan otro tipo de actividades cuasi paralelas.
Ambos son dos bribones, descarados, que aprovechan esos territorios inexplorados para hurtarse objetos que eventualmente pueden ser de valor en el mercado negro. Así la cosa, ambos se encuentran dónde sino… en Irak, antiguamente Mesopotamia, cuna de la civilización.
En medio de la guerra – presentada de un modo descarado y con bajada de línea directa incluida – ellos hacen un descubrimiento, lo que parece ser una tumba gigante, y serán enviados a explorarla junto a la Dra. Jenny Halsen (Annabelle Wallis). Por supuesto, harán todo mal, Nick desencadena el mecanismo incorrecto, y encima se llevan una daga.
Mientras tanto, en Inglaterra, otra tumba, esta vez de los templarios durante las Cruzadas, es hallada, y en ella, encuentran una piedra preciosa.
En el lugar se hará presente la otra arista fundamental de esta historia, el Dr. Henry Jekyll en la piel de Russel Crowe, con intenciones no del todo claras. Ambas historias no tardarán en unirse y la maldición de la momia de la princesa Ahmanet (Himhotep, te extrañamos) interpretada por la argelina Sofía Boutella se desatará más tarde que temprano.
Sí, el guion escrito a doce manos por David Koepp,Christopher McQuarrie, Dylan Kussman, Jon Spaihts , Jenny Lumet, y el propio Kurtzman, se toma su tiempo para introducir la historia, para presentarnos al monstruo. Algo similar a lo que hacían los films clásicos que se basaban en generar expectativa sobre el horror que podíamos enfrentar.
Claro, esta vez no es tan así, a la momia la pudimos ver en todos lados, en los afiches y posters y en cuanto promoción se les ocurra.
No se intenta generar expectativa con el monstruo, sino entregarle el film a Cruise y todo lo que esperamos de un film de él. La Momia es varias cosas a la vez; un film de terror (que no genera miedo pero ni lo intenta, y tampoco esperábamos que lo haga); una aventura bombástica que no se detiene casi nunca; un film de acción que nos hace recordar a la actual saga super exitosa del actor Misión:Imposible; y una suerte de esquema de film de superhéroes como lo son en la actualidad, en la que constantemente se tiran líneas y detalles sobre lo que vendrá, y se intenta presentar a un personaje normal muy carismático que se enfrentará al desafío de tener algo desconocido en su cuerpo, además de un reclutador l que será imposible no relacionar con el Nick Fury de Samuel L. Jackson.
La Momia no es un film perfecto, está lejos de serlo, abusa de la comedia que hasta se permite más de una vez cortar el clima, recurre a clichés viejos para generar impacto, y tiene baches tanto en el guion como en la estructura de los personajes; pero entretiene todo el tiempo, y aunque se entiende todo, es tan liviana y ágil que no nos importa tanto las cosas que no cierran.
El carisma abunda, Tom Cruise, se sabe, es el arma que mejor utiliza, y no defrauda, su personaje cambia de nombre, pero no de actitud, aunque puede que aquí esté más relajado que en la saga mencionada anteriormente.
Russell Crowe se divierte, y aun así entrega una interpretación con rigor y nos deja con gusto a saber más de su Jekyll & Hyde. Sofía Boutella convence, la momia Ahmanet es un personaje atractivo, que en otro contexto pudo generar mucho terror, pero igualmente otorga varios momentos sugestivos, por supuesto, la sensualidad, aun con un cuerpo putrefacto, será esencial.
El problema con los personajes pasa por otro lado, Annabelle Wallis permanentemente está en pose de modelaje, sus diálogos distan mucho de ser dichos con convicción, y su química con Cruise es cero, permanentemente nos importa muy poco lo que suceda con esta doctora de la que poco se sabe y poco queremos averiguar, es casi un cliché de damisela actual.
Algo similar sucede con Vail, no es que Johnson lo interprete erróneamente, su personaje adopta un carril anticlimático, perfectamente pudo ser un personaje que meta miedo junto a Ahmanet, pero no, cumple una molesta función de comic relief pocas veces efectiva. Atractiva visualmente y con todo lo que tiene que tener un tanque como este, La Momia tiene varios errores, pero el resultado final no engaña. Jamás prometió ser una cinta de terror puro, se sabía que lo suyo iba a ir más por el lado de las explosiones que de la sangre, y eso es lo que entrega, un entretenimiento pasatista e inofensivo. Dependerá de su éxito ver cómo sigue este Dark Universe, este primer paso es algo errático aunque finalmente llega a destino.