A Boris Karloff no le gusta esto.
Universal Pictures decidió armar su propio universo cinematográfico expandido con todos esos monstruos legendarios que ayudó a lanzar a la fama en las décadas del treinta y cuarenta, ahora, en versiones remozadas y adaptadas a los tiempos de súper acción que necesita la audiencia para comprar toda una franquicia.
El “Dark Universe” (así apodado) arranca con “La Momia” (The Mummy, 2017) dirigida por Alex Kurtzman, guionista y productor conocido por “Alias”, “Fringe” y las últimas entregas de “Star Trek”, que acá se despacha con su segundo largometraje y da el puntapié para una franquicia con muchas aspiraciones y poco para ofrecer.
Durante la semana nos enteramos de todos los personajes clásicos que se iban a sumar en el futuro, las ocho películas programadas y un montón de actores de renombre que podrían interpretar a criaturas como El Fantasma de la Ópera, El Jorobado de Notre-Dame y tantas otras cosas que, ahora creemos, nunca se van a concretar. ¿Por qué? “La Momia” es tan mala que van a añorar al mismísimo Brendan Fraser y su versión aventurera que, al menos, tenía entretenimiento, humor, acción y algunos sustos para ofrecer al mejor estilo Indiana Jones.
El Dark Universe pretende ser algo así como el MCU, pero en vez de englobar a sus personajes bajo el ala protectora de SHIELD, lo hace con Prodigium, una “organización” dedicada a reconocer, contener, examinar y destruir al mal y cualquier cosa que lo represente, con el doctor Henry Jekyll (Russell Crowe) a la cabeza.
“Las Momia” se olvida un poco de su protagonista milenaria con el único fin de presentarnos esta nueva mega franquicia, y la historia de Ahmanet (Sofia Boutella) se vuelve una excusa para el lucimiento de Tom Cruise, una vez más metido en el mismo papel que encarna desde hace ya varias décadas.
Ahmanet, una princesa egipcia, hija única del faraón, dispuesta a heredar todo el reino tras la muerte de su padre, no ve con buenos ojos que papá tenga un nuevo hijo varón y hace un pacto con Seth, dios de la muerte, para cobrar venganza y reclamar lo que le pertenece. Tras asesinar a toda su familia y no poder completar el ritual correspondiente, la chica es enterrada viva y condenada por toda la eternidad.
La eternidad, hasta ahí nomás, porque cinco mil años después, Nick Morton (Cruise), un soldado de reconocimiento y ladrón de tesoros ocasional, la descubre en un agujero de Irak (sí, Irak) junto a la arqueóloga Jenny Halsey (Annabelle Wallis), y deciden sacarla del lugar, a pesar de todas las advertencias que los rodean.
Para resumir, el avión que traslada el sarcófago se estrella en Londres, algunos sobreviven, otros no, y algunos dados por muertos vuelven a la vida porque están bajo el influjo de la momia, que buscará la forma de regenerar su cuerpo putrefacto y una daga especial para completar aquel ritual inconcluso.
Nada de esto tendría que ser tan malo, si no fuera porque ocurre en apenar los primeros quince o veinte minutos de película. Obviamos algunos cuantos detalles, pero Kurtzman se emociona y nos tira mil situaciones por segundo que debemos asimilar antes de pasar a la siguiente secuencia. En el primer tercio de la trama nos pasean por tres países y varias épocas en el tiempo para tratar de poner en contexto una historia imposible de emprolijar que no se calma en ningún momento, salvo para tirar algún chiste sin sentido o una escena que pretende ser dramática.
“La Momia” es una película desbordante, en el peor de los sentidos, que no termina de decidirse qué quiere ser: no encaja en el género de aventuras, ni de acción, ni de terror. Es todo y no es nada porque no da respiro para encontrar el rumbo.
Ocupado en presentar su nuevo universo compartido y las posibles criaturas que puede contener, se olvida justamente de Ahmanet, desaprovechando las condiciones de Boutella, que ya demostró (en “Kingsman” y “Star Trek Sin Límites”) que puede patear todo tipo de traseros y ser encantadora a la vez. La momia del título, acá casi ni figura, y apenas si le dan un par de escenas para despacharse con algunos destrozos y escenas de acción.
La película termina siendo un pretexto para que Tom muestre sus dotes de caballero, rescatando a Wallis cada vez que la chica se mete en problemas. Ni su encanto lo salvan de este mamarracho que abruma más de lo que entretiene, porque un par de explosiones, persecuciones, peleas y efectos especiales vistos hasta el hartazgo ya no nos alcanzan.
Un personaje como la momia siempre estuvo ligado al género de terror. Stephen Sommers le sumó fantasía y aventura logrando su cometido, pero Kurtzman hace agua por todos lados, justamente, porque no sabe lo que nos quiere contar. Ahí reside el verdadero problema de esta película y, claro, si la base se tambalea, todo lo demás se derrumba. El poco humor que tiene no funciona, mucho menos los momentos “románticos”, pero lo peor es no invertir tiempo y argumento en sus criaturas (Ahmanet, Mr. Hyde), lo más interesante que tiene para ofrecernos este universo.
Cuesta encontrar algo bueno que decir de “La Momia” porque es una historia atolondrara y desarticulada. Una sucesión de acciones y personajes con los que no nos interesa crea vínculos y preocuparnos por sus destinos. El Dark Universe comenzó con el pie izquierdo, mil disculpas Brendan, volvé que te perdonamos.