Menos es más
A más de una década de La Momia (The Mummy, 1999), dirigida por Stephen Sommers, llega el reebot de la clásica historia que parece no tener fin. Su cuarta entrega es la génesis del Dark Universe que Universal Studios puso en manos del director Alex Kurtzman, otrora guionista de las flamantes historias y secuelas Star Trek (2009 y 2013), Transformers (2007) y Nada es lo que Parece (Now You See Me, 2013). En esta ocasión, el regreso de La Momia, que entre 1999 y 2008 tuvo como estrella a Brendan Fraser (sin mencionar la primera versión, de 1934, protagonizada por Boris Karloff), ahora tiene a Tom Cruise para hacerla resurgir.
El guión de Jon Spaihts –Doctor Strange: Hechicero Supremo (Doctor Strange, 2016)- tiene aventura y los personajes están claramente divididos en héroes y villanos. Narrativamente sigue la lógica de la trilogía que la precede pero, a diferencia de aquellas historias que pivoteaban con seres ficcionados que poco tenían que ver con la mitología egipcia, aquí Spaihts denota que investigó los hechos faraónicos egipcios y se basa netamente en la mitología verídica. La trama gira en torno a cómo un grupo de arqueólogos del siglo vigente descubren el cadáver de Ahmanet (Sofia Boutella), una bella princesa egipcia cuyo prometedor destino de ser reina quedó trunco luego de que su padre le diese el trono a su hermano; ante este hecho la joven busca vengarse, asesina a su progenitor y hace un pacto con Seth -Dios ctónico, deidad de la fuerza bruta y lo incontenible- en busca de revancha y poder. Los fieles sirvientes del padre la momifican viva, y la sepultan en lo más profundo de las arenas del desierto. Ahmanet despierta en Londres, a raíz de una excavación arqueológica, y desencadena la poderosa maldición que parece haber incrementado, año tras año, en su interior, mientras permanecía sepultada, con el único propósito de destruir la humanidad.
En este sentido, el guión no convence: al despertar en la época vigente, la Momia carece de motivos para vengarse, ya que es imposible redimir el pasado. Y aquí es donde el film descarrila por completo y el género terror que busca Dark Studios, produce el efecto contrario y desternilla al espectador. Spaihts aborda correctamente el complejo universo de lo paranormal y las dimensiones desconocidas, pero sus historias plagadas de héroes versus villanos que subyacen el mundo terrenal siempre tienen un propósito y una misión coherente; así lo hizo en Doctor Strange. Sin embargo, aquí su propuesta no encaja porque la lógica que lo caracteriza está ausente y el relato carece de credibilidad.
La Momia tiene una misión clara: deslumbrar al espectador. Y para lograrlo, cuenta con un elenco de lujo, encabezado por Tom Cruise (Misión Imposible) que abrirá la tumba de esta criatura y enfrentará las maldiciones de Ahmanet junto a los arqueólogos y geólogos protagonizados por Annabelle Wallis (de la serie Peaky Blinders), el español Javier Botet -(monstruos habitual en films como El Conjuro 2 (The Conjuring 2, 2016) y La Cumbre Escarlata (Crimson Peak, 2015)- y Russell Crowe como el Dr. Jekyll, un apasionado por el mundo paranormal, que hasta último momento no se sabe si tomará las riendas del bien o del mal. Hasta aquí, mucho ruido y pocas nueces porque recurrir a estas estrellas para levantar vuelo mediante las reiterativas escenas de acción no suma. Contrariamente, el espectador espera más de sus personajes -que únicamente buscan sobrevivir- y la película se estrella. Si bien técnicamente por momentos funciona, no va más allá del excelente montaje y del esperado “efecto sorpresa” al ritmo de la música -típica de escenas de suspenso- a cargo de Brian Tyler.
A grandes rasgos, hubiese sido bueno no despertar a la momia. Si bien los efectos especiales cautivan, sin ellos la trama pierde impronta y creatividad. Jon Spaihts podría haber ahondado en hechos verídicos de la mitología egipcia (Amon-Ra) y darle un aire fresco al mito, y desperdició la oportunidad de aprovechar más los recursos tecnológicos para encauzar la momia en la época vigente y, hasta tal vez, enfrentarla cara a cara con la plaga de violencia circundante. Esta Momia, por primera vez femenina, abre la puerta a una continuación, susurrando, entre líneas, que hay momias para rato.