Un regreso con pocos atractivos
La estrella de cine más brillante del planeta, Tom Cruise; un gran actor, Russell Crowe, y excelentes guionistas, como David Koepp y Christopher McQuarrie, no pudieron sortear los obstáculos que presentaba resucitar un personaje como La momia y, al mismo tiempo, establecer una franquicia basada en los viejos monstruos de Universal, bautizado ahora Dark Universe.
Las secuencias en las que se apuesta al terror producido por la maldición de la momia son muy buenas, pero en el cine narrativo las imágenes impactantes por sí solas no son suficientes. El gran embrollo que son la historia y el tono desparejo del film no pueden ser salvados ni por Cruise, ni por Crowe, ni por buenos efectos. La película es una serie de combinaciones que no encajan e intentos fallidos. Quiere parecerse a Indiana Jones, pero los toques de humor y el romance con la anodina coprotagonista femenina (Annabelle Wallis) no están a la altura; quiere recuperar el terror que los monstruos de Universal generaron en su época de esplendor, pero no se construye el clima necesario para asustar al público actual. Cruise siempre está impecable y ésta no es la excepción. Si la película es entretenida por momentos es por el poder carismático que el actor exuda en cada escena. El humor con el que se toma a su personaje es un guiño al espectador, casi una confesión: "esto es un desastre pero vamos a divertirnos". Imposible no agradecerlo.