La monja es esa clase de personajes que funcionan muy bien dentro de un conflicto cuando tienen un rol secundario, pero carecen de la fuerza necesaria para acarrear una película por su cuenta.
Un tema que está muy presente en este estreno, donde se nota que a los productores les costó encontrar un argumento interesante para desarrollar la historia de esta aterradora señora.
La nueva entrega de este universo de ficción que se originó en El conjuro contó con la ventaja de tener un buen director como Corin Hardy y un reparto decente en el que sobresalen Demián Bichir y Taissa Farmiga, la hermana menor de la actriz Vera Farmiga, una de las figuras principales de esta franquicia.
Hardy es un realizador que viene del circuito independiente y llamó la atención en el 2015 con su ópera prima The Hallows que fue bastante elogiada.
En su debut hollywoodense vuelve a demostrar su dominio del suspenso en una película que se destaca principalmente por los aspectos visuales.
A diferencia de lo que fue la paupérrima primera entrega de Annabelle, en La monja nos encontramos con una producción de mayor calidad en lo referido a la puesta en escena, que se vincula mejor con la estética que tuvieron los trabajos de James Wan (El conjuro).
A lo largo del relato Hardy juega muy bien en su narración con los elementos del terror gótico, atmósferas agobiantes y escenas de susto que son efectivas. Los espectadores más sensibles probablemente van a saltar en la butaca en más de una ocasión.
En esta película me gustó mucho lo que hicieron con el diseño de producción de ese convento aterrador que se termina por convertir en un personaje más de la historia.
Otro detalle para destacar es el modo en que conectan este relato con el resto de la serie que estuvo muy bien pensado.
El problema que tiene La monja es que el guión no consiguió evadir los clásicos clichés de las historias de posesiones demoníacas, algo que la vuelve muy predecible. Sobre todo porque este mismo argumento lo vemos prácticamente todo los meses en otros estrenos.
Sin ir más lejos, esta semana llega a la cartelera otra propuesta que se centra en la misma temática.
Por esa razón la película no tiene el mismo impacto que otras entregas de esta saga y si bien su visionado ofrece un espectáculo decente no es una historia que te entusiasma a esperar una continuación.
Creo que los realizadores fueron conscientes de esta cuestión y eso explica que no dejaran la puerta abierta para una segunda parte ni incluyeran escenas de post-créditos.
Si al film le llega a ir bien en la taquilla la trama presenta algunas ideas que se podrían desarrollar más adelante pero el argumento principal tiene un cierre definido.
La verdad es que a la monja se le acabó la nafta en su primera película y mucho más de los que se vio en esta historia no se puede hacer con ella.
El personaje funciona bien cuando se manifiesta sutilmente cada tanto. Sin embargo, en las escenas del clímax donde el director la expone demasiado pierde su gracia por completo, ya que parece Marilyn Manson vestido con la indumentaria religiosa.
Los espectadores más chicos que recién comienzan a incursionar en el género probablemente la disfrutarán con más intensidad. Para el resto es un estreno decente que se deja ver si sos seguidor de esta franquicia.