Austin y Tommy Tilden son hijo y padre, dueños de una funeraria que suele ayudar a la policía local al hacer autopsias minuciosas de los cadáveres que les van llegando. Lo que aparenta ser una noche más de trabajo, se complica cuando el cuerpo de una hermosa joven les llega, sin signos aparentes de violencia y sin huellas dactilares, por lo que será llamada Jane Doe. A medida que la autopsia avanza, los Tilden irán descubriendo cosas cada vez más raras mientras sospechan la presencia de alguien en el lugar.
Hoy nos toca hablar de La Morgue (The Autopsy of Jane Doe en su nombre original), un film de terror que todos aquellos que lo vieron en formatos dudosos, lo alabaron; y por ende, el estreno en cine llega con bastante hype de fondo para aquellos fans del horror que gustan de ver las películas en el cine.
Al ver La Morgue nos damos cuenta que no estamos ante una cinta de horror mas del montón, hecha sin alma y sin ganas y con la única intención de crear una saga. No, nada más lejos de la realidad, ya que estamos ante un producto pensado más bien para perturbar al espectador, y no solo asustarlo a base de jump scare.
Eso sí, si entre ustedes hay gente de estomago frágil y que se impresiona fácilmente, desde ya les decimos que NO MIREN ESTA PELICULA. No porque veremos porno gore como en la saga SAW, sino porque el director André Øvredal no titubea a la hora de mostrar detalles de la autopsia. Así es como veremos en plano detalle órganos y diferentes partes del cuerpo humano, casi como si estuviéramos ante un documental y no un film.
Pero así como tenemos una buena dirección y una historia que empieza por demás interesante, la trama de La Morgue se empieza a desinflar a medida que la película avanza, y cuando los protagonistas ya saben que están ante algo sobrenatural que los acecha. Peor es cuando los guionistas Ian B. Goldberg y Richard Naing quieren empezar a dar motivos sobre lo que está sucediendo, explicando por sobre demás y siendo estas razones bastante forzadas y tiradas de los pelos.
La Morgue es entonces una película correcta y ya, que solo destaca en sus primeros momentos y en su dirección y actuaciones. Pero el guion pierde sentido rápidamente, haciéndonos que nos preguntemos si no era mejor hacer un cortometraje de quince minutos, antes que un film que pierde fuerza la hora de querer justificar el hecho sobrenatural en sí.
Como suele pasar, hay cosas que a veces es mejor no explicarlas y dejarlas a la imaginación del espectador, y en ese sentido, La Morgue es un claro ejemplo.