Un thriller uruguayo a fuego lento.
El director uruguayo Matías Ganz hace su debut cinematográfico en este largometraje que ya fue presentado en distintos festivales internacionales de cine y que llega este jueves 5 de noviembre a la pantalla de Cine.Ar.
La muerte de un perro sigue la historia del veterinario Mario (Guillermo Arengo) y su esposa Silvia (Pelusa Vidal), un matrimonio de clase alta que disfruta de una vida tranquila en Montevideo hasta que algunos eventos fuera de lo cotidiano lograrán sacarlos de su zona de confort. Uno de estos eventos, como justamente el título de la película lo indica, es la muerte de un perro en la veterinaria de Mario. Este al tratar de encubrir su error profesional le ofrece a la dueña del perro una cremación instantánea, la cual acepta, pero a las pocas horas se arrepiente, dando lugar a una serie de protestas tanto en redes sociales como en la puerta de la clínica. Por el otro lado, Silvia, ya estando jubilada, pasa muchísimo tiempo en la casa desconfiando constantemente de Guadalupe (Ruth Sandoval), su empleada doméstica. No sólo tiene miedo de que esté robando objetos de la casa, sino que teme que por su culpa los mendigos vuelvan a su puerta a seguir pidiendo alguna que otra limosna, o algo para comer.
Pero eso no es todo: volviendo de una cena familiar en casa de su hija Verónica (Soledad Gilmet), la pareja anciana se encuentra con que han entrado a su casa. Este acto de vandalismo será el detonante para que Silvia sospeche más que nunca de su empleada, dando lugar así a una crítica social y política que poco a poco comienza a tomar más fuerza dentro del film.
Ya a partir de este primer acto y teniendo en cuenta la premisa que se presenta se puede decir que estamos frente a una película que logra combinar con bastante destreza la sátira social con el suspenso, algo que bien podría hacernos recordar a algunos films de los hermanos Coen. Y son justamente estas intenciones en donde se destaca lo absurdo, la riqueza indicada para que la película siga creciendo a medida que van pasando los minutos.
Otro refuerzo a esta dirección (o a la toma de decisiones) es la caracterización que contiene cada uno de los personajes que integran la historia. Cada uno de ellos está construido de tal manera para que la narrativa siga un curso lineal, siempre bajo el amparo de las características ya mencionadas de la película. Todo encaja.
Ganz termina demostrando que sabe cómo explotar las herramientas del suspenso a la hora de sostener una película que termina generando más preguntas de las que pretende responder. Si bien a fin de cuentas la película comienza a perder ritmo llegando al final, se llega a comprender perfectamente la búsqueda principal del director.
Se puede decir entonces, que La muerte de un perro es una gran opera prima que sabe cómo combinar suspenso con un sentido del humor rápido e irónico, además del sabor local que al menos nosotros (tanto argentinos como uruguayos) podemos encontrar dentro de la cinta.