La muerte no duele

Crítica de Rocío Belén Rivera - Fancinema

EL PRINCIPIO DEL HORROR

La Alianza Anticomunista Argentina (AAA) fue una asociación paramilitar que tenía por objetivo eliminar cualquier amenaza ligada a la política de izquierda, de gran proliferación a comienzos de la década de 1970. La AAA estaba compuesta por agentes policiales, un sector de la derecha del peronismo, militares, entre otros agentes del Estado, todos liderados por la nefasta figura de López Rega. En relación con su alter ego, Los Montoneros, quienes se adjudicaron como acto bautismal el secuestro y asesinato de Aramburu, la AAA tiene como acto de iniciación el asesinato del líder montonero, abogado sindicalista y diputado nacional Rodolfo Ortega Peña en 1974. De esta figura y su crónica de una muerte anunciada, trata La muerte no duele, primer documental de Tomás de Leone, director galardonado en 2016 por su largometraje El aprendiz. La flamante película se encuentra basada en el libro La ley y las armas. Biografía de Rodolfo Ortega Peña, de los periodistas Felipe Celesia y Pablo Waisberg.

Esta vez, de Leone nos trae a la memoria colectiva la figura de Ortega Peña, quien es reconstruido mediante el relato de sus ayudantes y compañeros en su actividad política, profesional y militante. En estas voces principales, donde se encuentran los recuerdos de su secretaria y de compañeros de militancia, también cuenta con las voces de autoridad de varios historiadores expertos en el tema. En sus crónicas y memorias se mezclan la melancolía, la nostalgia, el orgullo y la admiración a esta figura central en la política a comienzos de la década de 1970 en la Argentina. A través de este relato colectivo, se reconstruye el “detrás de escena” de este personaje, que supo acaparar medios gráficos de prensa, así como también propaganda televisiva, ya que se nos permite a los espectadores conocer cómo se fue gestando y desarrollando su actividad militante, artística -a través de la escritura-, y su evolución como abogado activista en la defensa de sindicalistas, presos políticos y estudiantes, en un clima caldeado que veía venir una política represiva para con las agrupaciones más progresistas.

Es interesante cómo el documental no solo devuelve a la vida a esta figura política que marcó el inicio del fin, inaugurando una de las etapas más sangrientas de la historia argentina, sino que también permite traer en el recuerdo de muchos y/o construir en la mente de otros, el clima de violencia instaurada de aquellos años, donde las desapariciones, las muertes, los secuestros y las torturas eran temas habituales en los medios de comunicación, quienes los trataban con una crudeza y una postura explicita, que es chocante de ver hoy en día (por ejemplo, el documental trae a colación el asesinato del Padre Mujica y la Masacre de Trelew, además de una breve síntesis de cómo fue narrada y mostrada gráficamente la muerte del propio Ortega Peña).

El documental inicialmente fue proyectado durante el ciclo “Memorias en el cine latinoamericano actual” que organizaron las Abuelas de Plaza de Mayo, durante agosto del 2016. En septiembre de ese mismo año, participó en el Festival Internacional de Cine Político que se llevó a cabo en la Ciudad de Buenos Aires y recientemente le tocó el turno de circular a nivel comercial y nacional en las salas de cine. La muerte no duele es aporte a la memoria activa y colectiva de un país con heridas abiertas de un pasado sin justicia y donde el cine argentino, y en gran parte el cine documental contemporáneo del mismo, tiene una tarea simple, constante y realmente válida: mantener vivo el recuerdo para que la historia no se vuelva a repetir.