Un grato film que cuenta los inconvenientes del artista Antonio Pujia, viejo en todos los sentidos, de armar una muestra luego de varios años de retirarse de la escena pero no del trabajo.
Antonio Pujia es un gran artista plástico algo ermitaño que trabaja en su taller cuando decide que tiene ganas de exponer nuevamente sus trabajos se pone manos a la obra en una serie de llamadas a contactos del ambiente, finalmente se comunican de una galería ofreciéndole espacio para una muestra, Antonio se llena de animo pero poco a poco se va dando cuenta que la organización es mala, no se devuelven las llamadas y las promesas se desvanecen.
Antonio termina suspendiendo todo y vuelve a su mundo, esta vez haciendo notar a su familia que algo pasa.
Lino Pujia nos cuenta como su familia siempre empujados por la madre que es el motor de la idea, se concentran en organizar una muestra , tal vez la ultima, tal vez la ante ultima, tal vez la penúltima, en fin, una muestra importante en este momento de su vida, en el transcurso se topan con las negativas una serie de inconvenientes, siempre dedicando gran parte de su tiempo y postergando sus trabajos reales. Retrata fielmente también el ámbito de las galerías de arte y los museos: el trato con el artista y a que tipo de arte apuntan.
El film cumple con el objetivo del director: La muestra trata de sostener un proyecto a través del amor, la ayuda y la comprensión, y también de la necesidad del artista de mostrar la obra, de mostrarse a uno mismo. : Más que nada porque es muy gracioso ver que el artista quiere mostrarse y mostrar su obra, que al fin de cuentas, como Antonio dice mostrar mi arte es mostrarme a mi, pero le es muy difícil mostrarse pidiendo ayuda, mostrarse con necesidad de ser visto.