Amazonas en la Tierra
La mujer maravilla abusa de la cámara lenta y de la animación, pero la sencillez y el atractivo de los personajes le juegan a favor.
A esta altura del partido, una película de superhéroes que vuelva a la vieja y querida propuesta de contar una historia sencilla, con villanos temibles y héroes queribles, es bienvenida. La mujer maravilla, cuarta entrega del Universo Extendido de DC, es por lejos la mejor de su grupo y resulta mejor también que varias de su competidor más mimado por los fans, Marvel.
Es cierto, existiendo películas de superhéroes como Logan o Deadpool, parece que estuviéramos pidiéndole demasiado poco a La mujer maravilla. Pero al lado de Batman v Superman: El origen de la justicia o Guardianes de la galaxia Vol. 2, se valora una película que funciona por sí sola, que tiene humor, que no agobia con referencias (aunque las tenga).
También es cierto que hay un abuso de la cámara lenta y de la animación. En general, uno imagina que la animación se usa porque es más barata y más sencilla, pero que en general se busca ocultarla, imitar a la realidad lo mejor posible. Acá pareciera que buscaran el artificio, que ignoraran las reglas de la física. O quizás, sencillamente, la animación es horrible.
Pero hay una historia, hay personajes y tanto Gal Gadot como Chris Pine están encantadores. Estamos en algún momento de la década de 1910, durante la Primera Guerra Mundial. Hippolyta (Connie Nielsen) reina entre las Amazonas, en la isla de Themyscira, con la ayuda de su hermana, la temible guerrera Antiope (Robin Wright). Un día, su hija Diana (Gadot) ve cómo un avión cae en el mar y su piloto está por morir ahogado. El piloto es Steve Trevor (Pine), un espía inglés que está huyendo de los alemanes.
Después de un combate entre las Amazonas y los alemanes, que vienen persiguiendo a Trevor, Diana decide ir con él al mundo de los hombres para detener la guerra, que para ella está provocada por Ares, aunque Trevor le explica que las cosas son más complicadas. Un arma letal, fabricada por la doctora Maru (Elena Anaya, en una especie de versión de Vera Cruz, su personaje almodovariano de La piel que habito) bajo las órdenes del general Erich Ludendorff (Danny Huston), será el objeto a destruir por Diana, Trevor y sus amigos.
Obviamente el guión se aprovecha, y muy bien, de la condición femenina de la heroína. En una época en la que el modo de representación de las minorías está bajo la lupa, y se llegó a criticar a Joss Whedon por ciertos diálogos de Black Widow (Scarlett Johansson) en Avengers: Era de Ultrón, la primera película de esta época protagonizada por una mujer tenía que estar a la altura. Recordemos, también, el fracaso estrepitoso de Gatúbela, con Halle Berry, que llevó a muchos a pensar que al público no le interesaban las heroínas mujeres. La película era simplemente mala.
Acá Diana es fuerte, hace chistes con la masculinidad de Trevor y se hace alusión a la discriminación que sufrían las mujeres en aquella época, un espejo aumentado de esta. Estos detalles están bien, le agregan picante, y parecen naturales, no están puestos para cumplir con las exigencias de corrección política de nadie (o no parece que lo estén). Quizás haya sumado la presencia de Patty Jenkins en la dirección, que había dirigido hace varios años Monster: Asesina en serie, la historia de Aileen Wuornos, la prostituta que se transformó en asesina, y que le dio el Oscar a Charlize Theron. Claramente le dieron el material a alguien con la sensibilidad necesaria.
Las historias de superhéroes, sobre todo las que cuentan sus orígenes, tienen la fortaleza de los mitos remotos y primitivos. En general, no se necesita demasiado para contar esas historias y que resulten atractivas, alcanza con no arruinarlas. Esta vez, los muchachos de DC cumplieron.