Modo Amazona: ¡Por el fin el cine nos trae a una heroína criada en el seno de una sociedad matriarcal!
Mientras una voz en off ronca y firme nos sitúa en la actualidad, una toma área hace un recorrido desde los confines de la galaxia hasta hacer foco en la pirámide del mismísimo Louvre. Diana (Gal Gadot), la bella portadora de unas piernas largas y elegantes, entra a su oficina en el museo francés. De pronto llega una entrega, un paquete que contiene una vieja fotografía que data de la primera guerra mundial, en el que un grupo de hombres rodea a nuestra amazona guerrera.
Esta imagen dará paso a un gran flashback, para narrar el origen de LA heroína del universo de DC. En una era mitológica donde los dioses son protagonistas, surge un lugar paradisíaco, suspendido en el tiempo y el espacio, gobernado por amazonas de armas tomar, quienes se entrenan con el fin resguardar su tribu y mantener la paz, y para protegerse de la inminente llegada de Ares, el dios de la guerra.
La pequeña Diana se criará en este entorno y con estos valores e ideales hasta hacerse mujer. Pero un día, un avión proveniente de la primera guerra mundial traspasará las barreras de la utópica ciudad de Tesmicira y caerá en el mar de la isla. Diana salvará al piloto (Chris Pine) y así descubrirá el horror que sucede en el mundo. Convencida que el dios Ares es el responsable, abandonará su lugar con el fin de acabar con este mal, sin tener consciencia de que posee poderes sorprendentes.
Recurriendo a la estética más clásica de la historieta, fusionada con momentos animación y efectos especiales que responden a las necesidades de la narración, La Mujer Maravilla, también conceptualmente, descubre un registro novedoso en el universo DC. Un mundo donde las mujeres poseen el poder sin recurrir al abuso y donde reina lo justo. Donde habita una heroína con una mirada inocente, sin oscuridad, sin angustia ni cinismo, todo lo contrario a los motivos que vienen predominando en el universo de superhéroes.
Gal Gadot está magnética, el sayo de Mujer Maravilla le queda impecable, actoral y estéticamente. Es cierto que en la cinta viste tremendo y nunca se ensucia a pesar de estar rodeada de tiros y nubes de tierra, pero no nos olvidemos que proviene de una estirpe mitológica.
El imaginario del film es muy atractivo, desde situarlo en el contexto de la primera guerra mundial, la química que se genera entre Gadot y Chris Pine, hasta el grupo que va al frente conformado por outsiders. Lo único que parece desencajar, desde el aspecto del fisic du rol, es el actor que encarna al dios Ares. Por lo demás cumple con todos los requisitos: hay aventura, algo de romance, momentos de humor, luchas extraordinarias, pero sobre todo una mujer que se las trae, una Power Woman, sensible, íntegra y estoica.