Una epopeya histórica con Viola Davis al frente.
En su apogeo, en la década de 1840, el reino de Dahomey en África Occidental se jactaba de tener un ejército feroz que predominaba y aplastaba a su antojo a los reinos vecinos. ¿Su característica principal? Era un regimiento militar, exclusivamente femenino, llamado Agojie. Sus orígenes exactos permanecen ocultos por los mitos tribales y las tradiciones orales africanas, así como por los relatos, obviamente sesgados, y a veces contradictorios, de los observadores europeos quienes se referían a ellas como las Amazonas de Dahomey. Parte de la historia de estas mujeres es representada en la nueva película The Woman King, protagonizada por la maravillosa Viola Davis, quien interpreta a Nanisca, la líder del ejército.
Dirigida por Gina Prince-Bythewood, la película sigue a Nawi (Thuso Mbedu), una joven que tras haber sido rechazada por los múltiples pretendientes que le buscaron sus padres, se une a las fuerzas de las Agojie. Al mismo tiempo que conocemos el contexto sociopolítico de la época y de la regi ++ón, vemos a Nawi a una velocidad vertiginosa transformarse en una luchadora, bajo el tutelaje de Izogie, su mentora, interpretada por una carismática Lashana Lynch. Pronto, sus habilidades se verán puestas a prueba cuando Oda (Jimmy Odukoya), líder del Imperio Oyo, une a los pueblos vecinos para atacar a los Dahoney que bajo el mando del joven rey (John Boyega) intentan proponer otra forma de subsistir.
La verdad es que se trata de una película de acción emocionante y cautivadora, donde la magnitud y el asombro que inspira recuerdan las epopeyas históricas de Hollywood como «Gladiator» y «Braveheart» y que parecen ser cada vez más escasas. Entre las grandes y extensas batallas y el deseo de derrocar los sistemas opresivos y racistas, el camino que buscan nuestras protagonistas es el amor fraternal, la sororidad y el sentido de lo comunitario en lo africano. Los aspectos técnicos de la cinta son maravillosos: el vestuario táctil de Gersha Phillips («Star Trek Discovery«) y el diseño de producción detallado de Akin McKenzie («Wild Life» y «When They See Us«) se sienten vívidos y vibrantes, especialmente, en la representación vital del Reino de Dahomey que está lleno de escenas de color y comunidad. Además, la evocadora partitura de Terence Blanchard y Lebo M., da voz al espíritu de lucha de Agojie.
No obstante, las tramas secundarias en la cinta la sobrecargan de manera innecesaria entorpeciendo su ritmo. Tanto el enamoramiento de Nawi con Malik (Jordan Bolger), que sigue un camino predecible, como la historia de su misteriosa paternidad, se sienten narrativamente convenientes, sobrantes, y debo decir, un poco aburridas. Me encontré deseando poder saltarme algunas partes para volver a lo realmente emocionante. Tampoco ayudó la abrupta edición, y considero que fue una decisión delicada intentar abarcar tantos temas, ya que si bien logran mantener la atención, sacrifican la profundidad y complejidad de algunas temáticas (como el de la trata de esclavos y la complicidad de las mismas comunidades en este proceso). A pesar de ello, estoy convencida de que tendrán un buen momento viendo esta emocionante epopeya histórica, ojalá sea el inicio de más películas en Hollywood que celebren y recuperen las historias africanas, con la complejidad y profundidad que se merecen.