UNA AVENTURA CON PRETENSIONES
La mujer rey reúne algunos de los elementos que la agenda del Hollywood actual mira con más interés: personajes negros fuertes y mujeres con liderazgo. Lo hace a partir de tomar la historia real de un ejército de mujeres de un país africano (Dahomey, hoy Benín) que en el Siglo XIX luchaba contra la opresión de otra nación más poderosa, que además negociaba la venta de esclavos con el continente americano. Lo que sí quedó en el debe, amigos de la corrección política, es el reclamo de apropiación cultural, con un elenco hablando una suerte de “africano” mezclado con inglés, liderado por una Viola Davis tan intensa como siempre.
Davis interpreta a Nanisca, la comandante de este ejército que, según el relato dirigido por Gina Prince-Bythewood, se entrenaba en un espacio cerrado, sin la presencia de hombres aunque sus destinos estuvieran marcados, sí, por las decisiones que tomara el rey Ghezo, interpretado por John Boyega. La mujer rey, entonces, sigue en paralelo dos relatos: el primero es el de Nanisca, una mujer cuyo carácter se adivina, pues, como una coraza que esconde algunas marcas y tragedias del pasado; y el segundo es el de Nawi (Thuso Mbedu), una joven que se niega a ser entregada en matrimonio y que por eso es abandonada por su padre en el cuartel del citado ejército. Esta historia da pie para que la película incorpore el típico relato del camino de la heroína, que pasa de joven inexperta a notable guerrera. Y mientras esto pasa, los caminos de Nanisca y Nawi se irán cruzando hasta límites insospechados.
Si uno no se toma demasiado en serio a La mujer rey, es decir si no intenta tomarla como una lección de historia, funciona: es una película de acción con secuencias de pelea bastante físicas, filmadas con mucha pericia y vigor. Y es también una película que a sus temas los convierte en narración, por lo que elude bastante los discursos subrayados ya que lo que quiere decir está ahí, en pleno movimiento. Es también una película con un tipo de diseño un poco antiguo, de los tiempos en que Hollywood nos quería pasar por verídicos elementos puramente ficcionales o, sin ir más lejos, invenciones hechas y derechas, como es el caso de la propia Nanisca. En el fondo no es más que una versión un poco más oscura y violenta de la Wakanda de Pantera Negra, aunque todos pongan cara de que están actuando en algo muy serio y real para enseñar en las escuelas.