Durante los siglos XVI y finales del XIX existió en África Occidental el reino Dahomey. Este se convertiría en un Imperio que abarcó Benín y zonas de Nigeria y Burkina Faso. Los Dohomey competían con el regente Imperio Oyo por el control de las zonas agrícolas y la explotación de esclavos, todo esto debido a las colonizaciones portuguesas y francesas.
Un grupo de mujeres formó un regimiento militar que luchaba en nombre en nombre del reino, se las llamó las Amazonas de Dahomey (esto en referencia a las Amazonas de Anatolia de la mitología griega).
Hollywood tiene la tradición de estrenar un par de películas cada año inspiradas en culturas lejanas a sus fronteras. Un solo «basado en hechos reales’’ basta para atraer al público, pero también hace temblar los historiadores. Si he de mencionar las producciones que occidente ha hecho sobre antiguos imperios y culturas actuales, tendría la tarea de crear un metaanálisis.
En este caso la directora estadounidense Gina Prince-Bythewood juega con la papa caliente en La mujer rey (The Woman King) al recrear una historia de cultura ajena. La precisión histórica siempre será un tema de debate a la hora de estrenar un film, que si bien se intenta hacer lo mas obsesivo con recrear la época como lo hace el director Robert Eggers, siempre se dan libertades creativas para dar paso al dramatismo y espectáculo.
Protagonizada por Viola Davis, esta película nos lleva a África occidental en 1823. Naniska (Davis) es la líder de las guerreras Dahomey. Estas combaten de manera continua y determinada contra el reino de Oyo, el cual quiere tener el control absoluto del puerto de esclavos. Naniska y su fiel compañera Izogie (Lashana Lynch), tendrán que reclutar un grupo de adolescentes para luchar contra el enemigo.
Con un reparto conformado un 95% por actores afrodescendientes y africanos, La mujer rey es un espectáculo de épica, violencia y fuerza femenina en dos horas de duración. Viola Davis es el foco de atención en el film, su papel es el más visceral y temario de todos, se desprende de sus roles buenistas y entrega la interpretación más enérgica de su carrera a sus 57 años. Lashana Lynch aporta las dosis de comedia necesarias para hacer más ligera la solemnidad: su personaje es empático y establece un lazo con la joven actriz sudafricana Thuso Mdedu (la cual se lleva todos los aplausos por su nivel de interpretación).
El diseño de vestuario y escenografía dan con el clavo en cuanto a la representación del pueblo Dahomey. La fotografía acierta y conjuga los valores ya mencionados para poder hacer creíble esta cultura aunque no sepamos nada de ella.
El guion tiene todas las conveniencias del cine hollywoodense, intenta ser diferente, pero tiene plot twists innecesarios cuyos objetivos son crear drama y más contexto a los personajes. Estas conveniencias se entienden pues nunca hubo necesidad de crear un drama histórico sino una película épica de empoderamiento femenino y afro.
Hay un preámbulo que nos introduce el conflicto y el momento histórico, aun así, ocurren dos cosas: Nos quedamos con ganas de saber más sobre la historia de estas guerreras o nos dejamos deslumbrar con los fuegos artificiales y peleas.
La mujer rey tiene escenas de batallas sorprendentes y viscerales, la crudeza necesaria para no edulcorar y mostrarnos lo que significa el combate, unas interpretaciones admirables y valientes, una historia que funciona y entretiene pero que corre el riesgo de envejecer mal.