Gentío invisible
La Multitud (2012) es el documental debut del director de Martín M. Oesterheld que describe la vida actual de los asentamientos que rodean dos de los predios más grandes de la ciudad porteña, otrora destinados al entretenimiento y más tarde devenidos en páramos urbanos y escombros. Realizado bajo el formato de ensayo visual, el film se transforma en una narración poética, y casi de ciencia ficción, que revela a los habitantes invisibilizados de la periferia.
En La Multitud se muestra un modo de habitar lateral al resto de la ciudad. Registrado con una cámara en mano que se oculta detrás de escena, un puñado de personajes son acompañados en su transitar cotidiano por los espacios que habitan. Se trata del Barrio Rodrigo Bueno y la Villa 20 que rodean el descampado de la ex Ciudad Deportiva de La Boca y el complejo habitacional de Villa Lugano ubicado en las inmediaciones del Parque de diversiones Interama. Con una arquitectura lujosa y de fantasía construida durante los gobiernos militares del 60 y 70, ambos predios evocan una idea de sociedad y de futuro que, desde entonces a la actualidad, apenas conservan su bello esqueleto.
Sobre el cordón sur, el predio de la ex Ciudad Deportiva de La Boca emerge desde las aguas del río como una infraestructura gigantesca y fantasmal. A la altura de un proyecto casi faraónico, el complejo se erigió sobre la base de varios islotes rellenados artificialmente y un tendal de puentes que le servían de acceso. Destinado a un proyecto arquitectónico ambicioso para la época, como la construcción del estadio más grande de América Latina que nunca fue, la duración de su puesta en actividad fue récord. Apenas una década entre la fecha de su construcción hacia 1968 y su cierre definitivo. El otro lugar utilizado en el film es el Parque de diversiones Interama que, edificado en 1982 en Villa Soldati, es reconocible a kilómetros de distancia por su torre espacial de 208 metros de alto. Desde el 2003, permanece inaccesible.
La tesis de La Multitud se funda en el extrañamiento y el contrataste que genera el paisaje urbano. Así, la extrañeza de los parques le aporta al film un tono de ciencia ficción, como el escenario pos-apocalíptico por el cual diferentes personas transitan en silencio. En medio de una ausencia casi total de voces, el efecto de distanciamiento se refuerza cuando el único diálogo del film es entre dos inmigrantes rusos. Un hombre que habita el complejo habitacional de Lugano y una mujer de una Villa cercana.
El diseñador, pintor y documentalista Martín M. Oesterheld, también nieto del escritor de El Eternauta (Héctor Germán Oesterheld, 1959), logra representar la antinomia social presente en el paisaje arquitectónico de la ciudad. A través de su puesta fotográfica y su estilo narrativo retrata el vacío para producir un efecto de extrañamiento en el espectador. Encuadres que contienen un todo desolador, repleto de pastizales, montañas de cemento amorfo y perros que vagan por comida.
Si bien solo quien conozca bien el mapa de Buenos Aires puede reconocer los espacios filmados, la idea de contraste es identificada de inmediato a través de los descampados fantasmagóricos que rodean los asentamientos humildes. A esta multitud de invisibilizados hace referencia el título del film.