No es casualidad que el director de este magnífico documental sea Martín Oesterheld, decir esto suena a una obviedad. Hablamos del nieto de Héctor Germán Oesterheld, guionista de historietas (la más célebre "El Eternauta" aunque ciertamente no la única) desaparecido durante la última dictadura militar del ’76 al ’83. Es que La Multitud habla de eso, de dos períodos de gobiernos militares (aunque no específicamente el nombrado), de la megalomanía que tuvieron y las ruinas a la que llevaron. Y ahí encontramos otra veta de su director, las artes visuales, la construcción artística.
El Parque de la Ciudad y La Ciudad Deportiva de La Boca fueron dos megaconstrucciones desarrolladas durante sendos gobiernos de ipso, el de Ongania y el de Bignone, y su estructura original denota una idea de pensamiento desarrollista, pensando en un futuro de gran ciudad que avanza... y también claro está, pensando en el mero divertimento de la población. De costado, el actuar de los gobiernos que no imitaba el desarrollismo, muerte y destrucción, y más aún lo que dejaron para generaciones futuras, ruinas y despojos. Actualmente ambos predios son ocupados por asentamientos, familias enteras a los márgenes de todo y en la total indigencia, frutos de esos gobiernos y los próximos que vendrían.
"La Multitud" viene a demostrar una vez más, las mil y un maneras que un tema tan profundo y delicado como el de los gobiernos militares puede ser llevado a la pantalla. Oesterheld básicamente contrapone momentos, escenarios, los anteriores y los actuales; en donde antes se vivía un mentiroso sueño de sociedad feliz y avanzada, ahora hay una dura realidad que muchos deciden no ver, y menos reconocer como consecuencia de aquello.
Por momentos didáctico, por otros profundo, a veces patético (no en un mal sentido, sino a fuerza de imágenes difíciles); paulatinamente irá haciendo uso de testimonios, hablarán “los nuevos habitantes”, y el golpe será aún más duro.
No es "La Multitud" un documental complaciente ni pretende serlo, en cierto punto es incómodo, y hasta lleva a replantearse cierta complicidad en el allí y ahora de la sociedad.
Con un uso inteligente de la cámara, de imágenes viejas contrapuestas, de ciertos recuerdos horrendos, es más que lograda la labor del director.
De escasos 60 minutos, "La Multitud" debería tener una trascendencia casi obligatoria para todos, es el hecho de no olvidar y confundirnos, recordar lo que fuimos, en los errores en los que caímos, las mentiras en las que nos dejamos caer, y ver también lo que somos ahora; como un " La fiesta de todos", pero con un costado de realidad. Todo eso, logrado con unas simples contraposiciones antiguas y actuales de dos lugares, no es poco el mérito de Martín Oesterheld.