¿Quién no escuchó un artista y pensó que sus letras captaban perfectamente todo lo que le estaba pasando? Este es el caso de Javed, un adolescente pakistaní que vive en Inglaterra en los años 80 y es constantemente discriminado por sus compañeros. Su vida cambia cuando un amigo le presta casetes con la música de Bruce Springsteen y descubre un nuevo mundo.
Javed (Viveik Kalra) comienza a cuestionarse su identidad y sus practicas cotidianas. Decide dedicarse a ser escritor, enfrentándose a lo que su familia, y especialmente su padre, esperaban de él. La película está basada en la vida de Sarfraz Manzoor y su amor por Springsteen, pero bien podría ser la vida de cualquier adolescente con conflictos personales que encuentra sostén y resguardo en la música comercial.
La música de mi vida es una película entretenida y muy empática. Todos fuimos adolescentes obsesionados con algún cantante o banda a tal punto que relacionábamos sus letras con todo lo que pasaba en nuestras vidas. Eso se ve representado de una forma muy original, con las letras que aparecen en pantalla y van marcando el ritmo de la película y lo que va sucediendo.
Aparte de la actuación de Javed, lo mejor que tiene la película -obviamente- es la música. No importa si conocés o te gusta a Bruce Springsteen, es imposible no disfrutar de sus canciones y mover los pies al compás de la música en algunos momentos. Cada canción fue elegida para un momento particular y pega perfecto con la película. También la película se destaca en la ambientación y vestuarios elegidos que representan bien los años 80 y tiene un efecto de nostalgia en el espectador.
Si bien la película tiene todo eso a su favor, cae en muchos estereotipos y se vuelve predecible. Nunca sorprende al espectador ni busca innovar en el genero. Los diálogos se vuelven empalagosos y pierden originalidad. En ciertos momentos parece que la película solo busca emocionar al espectador y no avanzar o complejizar la historia.
La música de mi vida es una película -a veces demasiado- emocionante, a la cual le sobra media hora de cinta. Hace que el espectador se sienta identificado y nostálgico al precio de diálogos estereotipados y situaciones cliché. Tiene una trama con buen y atrapante inicio, pero al final no cautiva tanto y el guion falla. La música termina siendo lo que nos mantiene expectantes.