Salvado por la música
La música de mi vida (Blinded by the light, 2019), es otra goodfeelin movie, que intenta emular, desde el exotismo con el que mira a su personaje protagónico y entorno, éxitos como ¿Quién quiere ser Millonario? (Slumdog Millionaire, 2008) o Un camino a casa (Lion, 2016) y otras inspiracionales, similares (o no), en donde sus personajes deben romper esquemas y prejuicios para avanzar en sus vidas y dejar de sentir así la discriminación agobiante que digita los vínculos y actividades.
Años ochenta, un alejado suburbio en Inglaterra, en plena era Thatcher, con el desempleo creciente y el blindaje impenetrable de la derecha, hacen que un protagonista de pocas palabras se muestre como una gigantesca posibilidad de acción y disparo de cuestiones asociadas a la identidad y pertenencia.
Javed (Viveik Kalra), un joven de origen paquistaní acuciado por las tradiciones que se le imponen, se refugia en la escritura y la música comercial de ese entonces, para evitar así ver la realidad y enfrentar el despido de su padre o la multiplicación de tareas por parte de su madre. Esas dos actividades serán la columna vertebral del relato de este personaje eensible e intuitivo, pese a que la discriminación, la xenofobia, y el sentirse desclasado todo el tiempo limiten sus horizontes.
De tradiciones y costumbres habla La música de mi vida pero con sólo eso no basta, por lo que números musicales, bailes en la calle y, otros detalles que se van agregando, se alinean a la propuesta, pero que en el subrayado no hacen otra cosa que resentir dolorosamente todo. A partir de ahí la pesquisa, buscar la manera, dentro y fuera del discurso, de trascender su fórmula, y ahora mirando para atrás, esto, que en manos de otros guionistas o directores hubiese sido luminoso, La música de mi vida se pierde en descripciones arquetípicas, con un potente primer acto, de momentos logrados, como el mapping sobre una pared con las letras de Springsteen y Javed asumiendo que es factible su participación.
Cuando la película deja de juzgar y señalar al entorno del protagonista (de describir de manera infantil la realidad de Javed), el relato se supera a sí mismo, interpelando desde un hecho cinematográfico inspirado en un caso de la vida real, que nada tiene que envidiarle a otros relatos y producciones. Gurinder Chadha (Bend it like Beckham) vuelve a exotizar su película con una fórmula tan probada que asusta. Solo a su favor, documentar desde la ficción y en tiempos en donde a los migrantes se los persigue y mata, resignifica el fanatismo por Springsteen del protagonista como un doloroso testimonio de una época.
La música de mi vida es un viaje al pasado desde las ausencias, necesarias para imaginar un futuro sin fronteras ni muros y con la convicción de que las visitas terminan por activar a los adormecidos y sedados.