Raquel es una mujer hosca, recelosa, golpeada por la vida y poco instruida. Casi una antisocial. Sin embargo, es también la empleada que hace más de veinte años trabaja para la familia Valdés, un cónclave parental de varios miembros de clase acomodada. Las distintas personalidades que componen ese seno familiar tienen vínculos muy distintos con esta mujer, a veces opuestos, pero sin embargo, siendo sólo la mucama o la “nana” de ellos, a veces pareciera que la casa girara a su alrededor, en lugar de lo contrario.
Este es el nudo esencial de esta notable película chilena, que establece una sustanciosa pintura social a la vez de contar una
simple y singular historia. Raquel, adicta casi enfermiza a la limpieza, puede ser también desganada y hasta saboteadora de las
tareas familiares básicas, fundamentalmente cuando se enfrenta al ingreso de distintas mujeres que se van designando para ayudarla en sus tareas. Lo cual produce en ella una rechazo casi animal, al borde de lo patológico, momentos en los cuales el film parece que va a desembocar en el más puro género terrorífico. Pero la irrupción de una nueva colaboradora generará un bálsamo de luz inesperado.
Un film con variadas vertientes, verosímil, logrado y atrayente. Y dotado de un elenco impecable, en el que brilla la carismática Mariana Loyola como Lucy y la fenomenal caracterización de su protagonista, Catalina Saavedra.