Otra película ambientada en las Navidades y en la que el desfile de buenos nombres en el elenco intenta justificar esta segunda parte de El Club de las madres rebeldes. Al igual que en la reciente y olvidable Guerra de papás 2 -pero con un tono más ingenuo-, la llegada de las abuelas está preparada acá para generar el caos seis días antes de las fiestas.
La Navidad de las madres rebeldespresenta a las amigas del film original, Amy -Mila Kunis-, Carla -Kathryn Hahn- y Kiki -Kristen Bell-, quienes exponen sus distintos estilos de vida y chocan con las personalidades de sus respectivas madres que llegan de manera inesperada: Ruth -Christine Baranski-, la madre adinerada y despótica; Sandy -Cheryl Hines-, la invasiva, e Isis -Susan Sarandon-, la mamá de espíritu rockero y liberal que vuelve luego de una larga separación.
Con estos personajes, la película transita por algunos gags efectivos -el romance de Karla con el stripper o la simbiosis entre Sandy y Kiki- y otros que no escapan a los convencionalismos de este tipo de comedias y transitan por situaciones que apuntan a la recomposición familiar.
El guión de Jon Lucas y Scott Moore funciona como excusa para reunir a las actrices en una historia alimentada por reproches, conflictos generacionales, nietos desprotegidos
y un inusual despliegue en la decoración navideña del jardín de Amy, que se parece más a un parque de diversiones que a un "hogar dulce hogar".
El juego pasa por la presencia de Baranski, una buena comediante que viene del género musical, y de Sarandon, que se mueve como pez en el agua con su personaje que lleva el nombre del grupo terrorista. Reproches, conflictos y deseos en una Navidad que intenta ser como ellas, o sus madres, quieren. Alguna sonrisa puede escaparse.