¿Cuántas fórmulas supuestamente transgresoras del espíritu navideño pueden estrenarse cada Navidad? Esta especie de secuela de Bad Moms con árbol de navidad propone, como novedad, el elenco de estrellas femeninas, de distintas generaciones, madres e hijas obligadas a sonreír para pasar la fiesta juntas como familia feliz. Están las roqueras mascadoras de chicle, la aristocrática con hija casada con un hispano, al que trata como sirviente, la rubia con hijos que todavía no logró que su madre la trate como a una adulta. Un verdadero catálogo de white people problems, en casas magníficas con árboles decorados con glamour, destinado a estallar a medida que se acerca la Nochebuena, con separadores gráficos que marcan la cuenta atrás.
Pero lo verdaderamente irritante de esta película no está en el planteo, que podría haber funcionado, porqué no, sino en el elenco de buenas actrices mascullando diálogos con el ingenio de red social, como remates de twitter, para cubrir el arco de conflictos más previsible y trillado del universo de madres e hijas. Todo con pretensiones de humor zarpado, que los guiones traducen en groserías a rolete y chistes de pésimo gusto. Jon Lucas y Scott Moore afilaron mejor el lápiz para The Hangover/¿Qué pasó anoche? ¿Será cuestión de género?