Hay algo de pintoresquismo en esta historia de vida de un grupo de, digamos, gitanos que vive casi entre la basura en los pantanos de algo que parece ser Louisiana, me fascinó la construcción de ese mundo casi imaginario, el universo místico y extraño de la niña, la relación con la “salvaje” ciudad del otro lado del dique, la curiosa mezcla de realismo (literalmente) sucio y mágico. Por momentos la película se excede en su apilada de “extrañezas y extravagancias”, en cierta pomposidad, pero nunca deja de ser original, rara, personal. No tiene mucha relación con nada, salvo a las viejas películas de Emir Kusturica.