Nominado para el Oscar está un raro film independiente, entre los más originales de los indie, impulsado y premiado en Sundance pero también ganador en un festival tan distante como Cannes, y otros más. En su opera prima, Benh Zeitlin -un director de Nueva York instalado en Nueva Orleans- ha construido una fábula apocalíptica, suerte de cuento de hadas o historia fabulosa con una protagonista única en esta clase de films.
Más allá de los márgenes de la ciudad de Nueva Orleans residen Winki y su hijaHushpuppy, sin madre a la vista. Pertenecen a una comunidad de marginales que habitan La Bañera, una isla en medio de los pantanos bajo el nivel el mar, detrás de un muro o dique que los separa de la zona industrial. La Bañera constituye un mundo originario, donde los humanos viven en estado semi salvaje y libertad total, sus viviendas están construidas precariamente con restos de otras construcciones, pedazos de vehículos y otros detritus, y comparten comida y habitación con los animales. Padre e hija forman parte de un grupo social que vive el carpe diem en situación de fiesta permanente, ajeno a las presiones del consumo, de las exigencias de la vida burguesa convencional, pero sin embargo en estado de extrema vulnerabilidad, todos presos del alcohol y de la carencia, con la constante amenaza del agua. Winki, por otra parte, está muy enfermo y vive la urgencia por enseñarle a su hija de 7 años los elementales medios de supervivencia en el pantano.
Hasta que llega el diluvio anunciado y sobreviene la catástrofe. En su fantasía, Hushpuppy la atribuye a culpas propias, que causaron el descongelamiento de los hielos. En adelante, la niña deberá lidiar con la inundación, con su padre enfermo, con quienes los intiman a evacuar y, no menos importante, con los uros, unos animalesprehistóricos que han surgido del deshielo y la acosan calladamente. Sólo encuentra refugio en la evocación de la madre.
Quvenzhané Wallis y Dwights Henry -como el resto del elenco- son actores no profesionales oriundos de Nueva Orleans. Hushpuppy es una verdadera heroína, negra, una de las más extravagantes que ha dado el cine de su país. La historia está vista a través de sus ojos, ella oficia de narradora en off de esta épica, y al tiempo que la pone en palabras, intenta encontrar un sentido a ese caos que se ha abatido sobre ella. Como toda gesta heroica, la de Hushpuppy es una tarea de autoconocimiento, de entrada a la madurez, mientras busca encontrar alguna explicación en el orden universal. El personaje del padre es ambiguo: arrastra un viejo dolor, una experiencia frustrante, y sus sentimientos hacia su hija son contradictorios, disputados entre el intento de protegerla en un ambiente hostil y una rabia apenas contenida, exacerbada por el alcohol.
Filmada con una inquieta cámara en mano, a puro primer plano, el film se apoya en un montaje inteligente de planos breves, que compensa las actuaciones ásperas de ese elenco poco habitual. Zeitlin sabe articular el naturalismo con el realismo mágico, propios de ese espacio primigenio, sin caer en el regodeo ni estetización de la pobreza.En contraste con la fuerza de la imagen, resulta pomposa, blanda y reiterativa la banda sonora que compuso el mismo Zeitlin, en colaboración con Dan Romer.
Toda la crítica ha visto las huellas de Terrence Malick en este film, pero también es heredero de mucho de la cultura de los Estados Unidos, notablemente de la obra de Mark Twain y Henry David Thoreau.
Cuando la TV de Estados Unidos transmitió las consecuencias del huracán Katrina, con las víctimas que habían perdido sus viviendas precarias, o aferradas a ellas, su única posesión, una amiga nativa, profesional de Chicago, me dijo: yo no sabía que existía eso en Estados Unidos. Las condiciones de miseria en que vive el Sur profundo son desconocidas por la opinión pública. Katrina posibilitó su difusión, les dio visibilidad a estos ciudadanos que viven en los bordes, alejados del mundo civilizado y por tanto fuera del orden social.
En el film, la historia apocalíptica y el tono algo pastoral de la narradora remiten a las mitologías del origen, y al tomar la voz ella opera como conciencia del grupo. El diluvio e inundación constituyen un arquetipo en las diferente culturas, y está claro que todo puede ser visto como una gran parábola, una metáfora de la realidad social de su país. Varios films están revisando la historia y política de los Estados Unidos desde dentro. Sin embargo, Zeitlin no tiene la cuestión política como prioritaria, sino que parece más entusiasmado con el carácter fantástico de esta narración mítica.