Memorias del calabozo
En La noche de 12 años nos encontramos con tres hombres durante la dictadura militar uruguaya. Tirados en reducidos calabozos, el experimento al que se encuentran sometidos implica que no puedan hablar, y apenas ver, dormir o comer, con la clara intención de no matarlos, sino de condenarlos a la locura. El título del film hace referencia a los 12 años de aislamiento que vivieron tres de las personalidades más reconocidas del Uruguay contemporáneo: Eleuterio Fernandez Huidobro (Alfonso Tort), Mauricio Rosencof (Chino Darín) y su último presidente, José “Pepe” Mujica (Antonio de la Torre).
Los títulos iniciales nos ubican en espacio y tiempo, contando apenas cómo llegaron esos presos hasta el primer calabozo. Y es allí cuando su director, Álvaro Brechner, comienza a utilizar el duro realismo para enseñarnos la crueldad que vivieron los protagonistas de la historia. Luego es un juego constante de diminutos y alternados espacios a donde llevaban a los rehenes para que no los encontraran, música onírica, flashbacks cargados de sentimentalismo, la tensión y el suspenso, sin dejar de lado la comedia (sobre todo en pasajes donde se nota la falta de capacidad de los militares y el recurso de comunicación que inventan Rosencof y Fernández Huidoro, justamente quienes escribieron el libro “Memorias de calabozo”, en el cual se basa La noche de 12 años). Por momentos parece una película dentro de otra.
Las buenas actuaciones en los roles protagónicos era algo fundamental en esta historia: tenían no solamente que transformar sus cuerpos para darnos la sensación de lo desmejorado que estaban por el paso del tiempo y la tortura, sino que también acompañar con gestos, posturas y tonos de voz. Y el resultado es excelente. Al tratarse de una coproducción entre España, Uruguay y Argentina, se intuye que hayan tenido que contar con protagónicos de las tres nacionalidades, pero ni el español Antonio de la Torre, ni el uruguayo Alfonso Tort ni Chino Darín, discrepan en sus roles, quien particularmente se encuentra últimamente inmerso en papeles muy bien desarrollados y a esta altura cuenta con una corta carrera sin caídas.
La musicalización es perfecta, desde la canción del comienzo del film hasta el final; y en muchas oportunidades el sonido es más importante que la imagen. Podemos sentir a partir de él los trastornos en las mentes de los reclusos ante tal sometimiento e incluso los silencios, en gran parte en los comienzos, cuando no tenían permitido hablar entre ellos o con los militares.
El resultado de La noche de 12 años es puramente cinematográfico. Es atracción, reflexión, dolor, historia y show, pero no se olvida de respetar los terribles sucesos que vivieron estos tres hombres uruguayos durante una de las dictaduras más atroces sufridas es Latinoamérica. Para no olvidar y decir nunca más.