James Wan deberá replantearse eso de dejar el cine de terror. Nacido en Malasia, este joven de 36 años asomó la cabeza en el Festival de Sundance de 2003 con la celebrada El juego del miedo y acaba de generar mucho revuelo con las cifras de taquilla de su nueva película: La noche del demonio 2 , continuación de una historia que vuelve sobre los repetidos tópicos de las casas embrujadas y los fenómenos paranormales y se transformó en la película de terror de bajo presupuesto más exitosa en lo que va de 2013. Wan -quien manifestó su intención de alejarse del terror por un tiempo- ya había sacudido la taquilla este año con El conjuro , el drama de otra familia que experimenta una serie de fenómenos extraños tras mudarse a una casa en las afueras de Rhode Island: recaudó más de 240 millones de dólares desde su estreno, el 19 de julio.
No hay demasiadas marcas autorales en el cine de Wan, sino más bien un revival del cine de terror de los 70 con los viajes astrales y las apariciones demoníacas como condimentos ideales para apuntar al corazón de un audiencia de espíritu adolescente. Quien normalmente debería proteger a la atribulada familia Lambert del acoso de seres malignos, el hombre de la casa, Josh (Patrick Wilson), está ahora tomado por un espíritu, lo que complica sensiblemente las cosas. La apelación a un trauma del pasado de Josh para explicar ese asunto es una vuelta de tuerca remanida y bastante tosca. Uno de los problemas más notables de las dos partes de esta saga -que ya tiene un tercer capítulo confirmado por el propio Wan- es la desconfianza en la inteligencia del espectador. Se trata de guiones con muchos giros, pero, en el fondo, bastante ramplones. Y aun así, siempre aparece un personaje que declama un pequeño resumen argumental, por si nos distrajimos con el pochoclo. Wan ha declarado que David Lynch es una de sus referencias más importantes, pero su cine cree más en los golpes de efecto que en el poder de sugestión. Ahora trabaja en la séptima parte de la franquicia Rápido y furioso , lo que ratifica esa inclinación por el cine apoyado en el alto impacto. No sobran las novedades en el cine de terror norteamericano. Al menos en el que llega a las salas tradicionales de la Argentina.