Lo mejor, la psíquica y algunos de los climas sobrenaturales
A primera vista esta película no tiene mucho que ver con la excelente "La noche del demonio", dirigida por James Wan. Pero en realidad es una precuela que empieza antes de aquella historia.
La película empieza con una gran escena: una chica llega a lo de una psíquica que ya no quiere trabajar de médium con el más allá. La chica le cuenta que hace un año y medio murió su madre, y que desde ese momento ha intentado conectarse con su espíritu. A la psíquica le da pena y hace un intento por hablar con la madre muerta, pero le contesta otro ser, que no es la madre, y claramente no es amistoso.
Lamentablemente, luego de ese primer momento, el film se vuelve muy desparejo y pierde unos 20 minutos en volver a recuperar fuerza. El asunto es que la chica sufre un accidente que la deja con las dos piernas rotas y la inmoviliza en su casa, al cuidado de su padre, que en un principio no le cree que hay un espíritu maligno que la está perturbando.
El director, guionista y también actor Leigh Whannell hace bien las cosas en los momentos intimistas, consiguiendo buenos climas en el que el film se concentra en asuntos sobrenaturales no muy claros ni bien definidos, llegando incluso a resultar bastante terrorífica. En cambio, cuando aclara las cosas se vuelve un poco burda en su intención de relacionarse con la primera "La noche del demonio".
La que realmente se luce es la actriz que encarna a la psíquica, Lin Shaye, quien logra transmitir la angustia que le provocan los contactos con el otro mundo. En cambio, las otras actuaciones son bastante convencionales, aunque la de Dermot Mulroney como el padre de la chica enyesada es bastante energética.
La película también tiene algunos pasajes humorísticos con unos ridículos cazafantasmas, que por suerte no aparecen demasiado, dado que son más tontos que otra cosa.