Si el dicho popular dice que “segundas partes nunca fueron buenas”, ¿cómo vendría a ser el de la tercera? Podríamos refutar el dicho con algunos ejemplos, pero habiendo tanta saga, secuela, serie o franquicia en la historia del cine, la proporción quedaría insignificante. Además, habría que ver como se resignifica la frase cuando tenemos la continuación de una pésima primera parte. ¿Cómo se definiría, en una frase, el saber popular sobre entregas posteriores a segundas partes?
Un tiempo antes de los eventos de los Lambert (la familia acosada por espectros en la 1º y la 2º) Quinn (Stefanie Scott) toca a la puerta de la buena de Elise (Lin Shaye), la señora médium que sabe conectarse con el más allá. Lo viene haciendo desde 2010 ¿por qué no lo haría ahora? Quinn perdió recientemente a su madre, muerta por una enfermedad, y está desesperada por verla de nuevo para… para…
¡Ah sí! Para justificar el eje central del guión que es mostrar cómo Elise se transformó en la vieja pero heroica experta en fantasmas. El espectador será engañado pensando durante 45 minutos que es Quinn la que importa a partir de una intención deliberada de esperar ese tiempo para cambiar el punto de vista. Como suele ocurrir, el padre de la nena (Dermot Mulroney) no le cree lo de los fantasmas hasta que él mismo ve huellas de pie color brea en el piso y en la pared (como en aquel capítulo de “La pantera rosa”). Con esto como muestra, estamos frente al ectoplasma más predecible en la historia del género del terror. No deja más pistas de por dónde va a aparecer porque no es candidato del PRO, y sin embargo hay hasta cierta dosificación de su presencia en la primera media hora que bien podríamos decir que es lo mejor de “La noche del demonio 3”.
El mayor problema, de los varios presentes aquí, es ese cambio de protagonismo, de utilización de la música, fotografía, etc., hasta de género si se quiere, cosa que ocurre al entrar en la ecuación un par de cazafantasmas más cercanos a Abbott y Costello que a solucionadores de problemas. A partir de entonces todo se desmadra y no sólo pierde fuerza el relato, también los personajes (incluido el fantasma). La única que crece es precisamente Emily merced al buen trabajo de Lin Shaye, una veterana del género que se las sabe todas.
¿Cómo sería entonces? “Terceras partes de horribles segundas partes de primeras pobrísimas partes, siempre estarán de más”
No. Muy largo. Espero se me ocurra algo mejor antes que saquen la cuarta.