A la hora de repetir esquemas, la productora Blumhouse es la campeona en su territorio. Habiendo encontrado un perfecto nicho de películas de bajo presupuesto pero alta rentabilidad en taquilla, Jason Blum y compañía siguen abusando poco a poco a su gallina dorada. En esta ocasión optan por el mismo camino que ya hicieron con la franquicia Paranormal Activity y le estampan el número 3 a una entrega que en realidad sucede antes de los hechos de las dos anteriores. La diferencia entre una saga y la que nos ocupa es que Insidious no responde a ningún interrogante oculto, sino que es una necesidad básica de seguir exprimiendo el renombre de la saga, pero al menos se encargaron de que uno de sus creadores le otorgue un sentido alguno para no terminar siendo una más del montón.
Es entonces Leigh Whannell quien se calza los zapatos de hombre orquesta en Insidious: Chapter 3 y dirige, escribe y actúa en ella. Originador también de la icónica Saw junto a su colega James Wan -que ahora está en las ligas mayores luego de Furious 7 pero que se toma un tiempo para un pequeño cameo acá-, Whannell logra crear una coherencia para con los personajes que ya conocemos, esos que han estado en cada una de las películas. Ya no están Patrick Wilson ni Rose Byrne como pilares familiares, así que el foco dramático ahora lo tiene Lin Shaye para ella sola. Es un gran testamento a la capacidad actoral de esta veterana actriz, ya que su Elise siempre fue un punto interesante de explorar más allá de su destino en el marco de la saga, y acá el director le da esa oportunidad, que Shaye agarra y no la suelta hasta agotarla. No es una historia de orígenes, porque cuando la conocemos ella ya está retirada del medio espiritual, pero sí podemos ver los inicios de la dupla de Specs y Tucker, interpretados siempre por Whannell y su amigo Angus Sampson, quienes siempre traen a escena un apropiado sentido del humor que aligera la carga horrorífica presente.
El foco de terror es como una aventura aparte de la saga, un caso en especial para los investigadores paranormales que tiene atrapada a la joven Quinn -Stephanie Scott- y a su atormentado padre Sean -Dermot Mulroney-, quienes todavía sufren la pérdida de su madre y mujer respectivamente, pero que se convierte en el menor de los males cuando una entidad comience a acosarla con el solo propósito de robarle la vida. Quiero decir que en muchos casos los sustos se remiten a saltos de música furiosos y apariciones raudas, pero no es nada que no haya hecho la serie antes, y el villano de turno es lo suficientemente escalofriante como para temer cada aparición suya. Las dos primeras, por ejemplo, se basan en un gesto aparentemente cordial, pero dan paso a una brutal escena en donde un accidente los hará razonar para que crucen la calle como buenos peatones.
Depende de como quieran tomar el final, la historia puede seguir o simplemente es una conclusión interesante y efectista. Si vamos al caso, Insidious: Chapter 3 es una película que nadie pidió, pero que al haber costado $10 millones y recaudado ya $65, las cuentas cierran para que se abra otra página en El Más Allá. Afortunadamente, Whannell se encargó de hacer una entrega sobria y con los elementos característicos de la saga para que el barco siga a flote.