La peor de la saga
"La última llave" repite trucos de sus antecesoras y muestra que la franquicia se está agotando.
“Algunos les temen a las personas especiales” le dice su madre a la pequeña Elise Rainier, quien tiene un don especial para comunicarse con los espíritus que habitan su tenebrosa casa de Nueva México, en 1953. La acción pasa a California de 2010, cuando Elise ya es una conocida parapsicóloga que afronta los casos sobrenaturales más terroríficos y está acostumbrada a convivir con el “más allá” hasta que un nuevo llamado la lleva, junto a sus habituales colaboradores, al lugar que habitó durante su infancia.
Este es el punto de partida de La noche del demonio: La última llave, la cuarta entrega de la saga iniciada en 2010 con la dirección del exitoso James Wan en sus dos primeras películas y que colocó a Lin Shaye como el nuevo rostro del terror.
El filme funciona como una precuela en la que se cuentan los orígenes de Elise y de su familia, una punta argumental atrapante y bien explotada durante los primeros minutos (la escena del sótano) en manos del director Adam Robitel, quien juega de manera siniestra con la realidad y los mundos paralelos, y no disimula parecidos con Poltergeist.
Desde el inicio se abordan los miedos infantiles (Elise y su hermanito advierten que alguien más está en la habitación a la hora de dormir), con la presencia de un padre maltratador y una madre que permite la violencia hacia su hija, creando la atmósfera ideal para este tipo de propuestas que conectan el mundo cotidiano con el espiritual y demoníaco.
Lo que sigue es un ejercicio más de suspenso que abre la puerta (no siempre con la llave correcta) a una dimensión paralela registrada en video y entre apariciones monstruosas y escurridizas que sobresaltan pero no aportan novedades al género de terror.
Leigh Whannell encarna a Specs, el ayudante de Elise (es además el guionista y responsable del eslabón anterior), pero el peso dramático descansa en Shaye, quien logra transmitir su intención de desmarañar su propio pasado y lograr la recomposición familiar, más allá de los sustos que tiene que atravesar en esta nueva historia.
Esta es la más endeble de todas las entregas ya que repite situaciones, con el recurso de la neblina sobre el suelo, fantasmas, encierro, tortura y dos sobrinas adolescentes que también traen lo suyo.