Aquí vive el horror
La nueva película de James Wan (El Juego del Miedo y la inquietante Silencio de muerte, que en Argentina saltó directo al DVD) tiene dos partes bien diferenciadas. En la primera, el realizador da rienda suelta a un film que se ameja a los climas y los tiempos de Actividad paranormal y Aqúi vive el horror, contraponiendo un segundo tramo donde borra con el codo lo que había contado con astucia en los primeros minuos.
La noche del demonio sitúa a una familia recíen instalada (el matrimonio encarnado por Patrick Wilson y Rose Byrne) en una casona sinestra y enfrenta a sus protagonistas con las extrañas presencias que comienzan a manifestarse en el lugar.
Las cosas se complican cuando Dalton (Ty Simpkins), el hijo mayor de los tres, cae en un estado de coma, que atrae a entidades malévolas que se pasean por los corredores de la casa.
El cineasta juega con el "más allá" y tampoco disimula las influencias de Poltergeist, cuando entra en acción un equipo de "cazafantasmas" y una medium que los comunica con un mundo lleno de sombras y trae algunas sorpresas del pasado.
El film asusta y sacude en sus primeros minutos, pero muestra más de lo que debe llegando a su desenlace y las "presencias" que deambulan por la casa pierden peso y dejan de sacudir al espectador.
Una lástima porque el relato plantea un interesante juego entre mundos paralelos, desdoblamiento de cuerpos y espíritus, miedos infantiles y pesadillas pasadas con asombrosa pericia narrativa, que se termina arruinando más tarde. A veces, más elementos puestos en juego dicen menos.