La noche del demonio

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Una casa encantada

Puede ser la casa ideal. Josh y Renai lo deben pensar, mientras se acomodan en la nueva y elegante casona que han elegido para compartir la vida con su tres chicos. Ella será la que más trabaje para acomodar todo.

Matrimonio ideal, jóvenes, lindos y felices, hijos sin problemas, la beba un poquito llorona y nada más. Hasta que algo parece desentonar, algunos sonidos, una puerta que se abre y esa misma sensación que se apodera de Renai, se repite en el mayor Dalton, el mismo que en la buhardilla encontrará algo que lo hace caer.

Y es el momento en que la casa entra en caos. Como un mecanismo de relojería, la tranquilidad se rompe, todo se desequilibra y Dalton entra en un coma que lo ata a la cama. Después vendrá el terror, la locura, la vidente. La vida no será igual.

Director y guionista son los mismos de "El juego del miedo", una película de terrores. Nuevamente se reunieron estos ex compañeros de estudios, el malayo-australiano James Wan y Leigh Whannell y se confabularon para hacer lo que más les gusta, "una película de miedo".

ARTE DE BRUJERIA

Pero, por arte de brujería, el filme no resultó lo que uno pensaba que podía ser, aunque sus resultados económicos sean brillantes. Dentro del cine de género, o sea, dentro del clásico de horror, las películas de "casas encantadas" tienen un lugar especial y éste, en su primera parte, se constituye en un modelo de las casa habitadas por "poltergeist". Esa primera parte tiene misterio, sutileza, súbita irrupción del horror hacia lo desconocido y una elaboración rica en el plano sonoro.

Lo que en la primera parte fue sugestión, delicadeza, inquietud y en un crescendo de horror, en la segunda se convierte en un trazo grueso. En vez de sugerir, se muestra sin delicadeza y se recurre a vetas humorísticas, quizás para alivianar tensiones, pero los "especialistas en paranormalidad" no hacen reir a nadie. A ellos se une una vidente tan evidente como obvia. Cómo no recordar a clásicos del horror con esos personajes apenas inquietantes, pero capaces de desarrollar gota a gota la maldad, como la exquisita Ruth Gordon o ese "Bebé de Rosemary" más sugerido que mostrado. A Wan y Whanell se les cae la película. La transformación es guiñolesca y se añora esa estupenda primera parte.

Muy bien realizada técnicamente, con interesante utilización del sonido, el filme está interpretado por excelentes actores, el muchacho de "Hard Candy", Patrick Wilson, la chica de "X Men", Rose Byrne y la estupenda Barbara Hershey ("El cisne negro").