Historia de apasionada ruptura en una pareja gay, La Noche del Lobo arranca con el despechado Pablo (el apuesto Nahuel Mutti con una onda Fito Páez) echando a Ulises a la calle. El más joven Ulises se va, vagando por la noche gay de la ciudad, pero no sin antes desquitarse: defecando en la cama que compartían. De arranque, está claro que La noche del lobo busca provocar y sacudir. Y cuando Pablo, enojado, salga a buscarlo por boliches, bosques de Palermo de noche y otros escenarios, irán apareciendo otros personajes que completen ese retrato de un micromundo queer.
Llama la atención que La noche del lobo encuadre las escenas de sexo casi pudorosamente, sin mostrar, dada la propuesta. A diferencia de la mucho más profunda, valiente e interesante La Noche, de Edgardo Castro, que también buceaba en la nocturnidad semiclandestina de los encuentros homosexuales. Claro que La noche del lobo es una comedia más alegre, pop, convencional y, si se quiere, almodovariana. Y quizá por eso su provocación, escatológica o verbal, parece algo forzada. Como si no se decidiera por un registro definitivamente "adulto" o una comedia gay más amable. En ese camino intermedio, las idas y vueltas de Ulises y Pablo terminan por perderse en su laberinto.