Alicia y un día de maravillas.
La apertura de los cines en medio de la pandemia, nos trae el primer estreno argentino, La Noche Mágica. La ópera prima de Gastón Portal, que cuenta con un gran elenco, entre ellos Natalia Oreiro, Diego Peretti, Pablo Rago, Esteban Bigliardi, y el debut de la pequeña Isabela Palópoli. Y que nos ofrece una experiencia coral, en cuanto a género se refiere, porque atravesamos por varios: desde la comedia navideña de humor negro, pasando por el absurdo, para desembocar en un verdadero drama.
La historia se concentra en una casona de clase alta situada en el barrio de San Isidro, cuando un ladrón entra a robar en plena Nochebuena. Allí se encontrará con una escena inesperada, a la dueña de la casa (Kira) con su amante (Cachete), quien sale disparado al balcón cuando escucha que llega el automóvil del marido de Kira (Juan), y también su amigo. Al toparse con el caco (Nicola) desnudo y en el exterior, este lo obligará a entrar juntos a la habitación.
A partir de aquí nos embarcaremos en un verdadero trip emocional. Lo que comienza como una comedia ligera, de situación, gradualmente se va enturbiando al ir cambiando de matices la narración y también los personajes. Por ejemplo, Nicola puede a llegar a parecer un ladrón inofensivo, a no sentir remordimientos si tiene que matar; convertirse en una especie de gurú vengador; o en un Papa Noel que concede deseos, cuando descubre que en la casa también se encuentra la pequeña Alicia (¿alusión a la famosa novela de Lewis Caroll?), la hija de Kira y Juan.
Una noche que se convertirá en una verdadera pesadilla, más que por el robo en sí, porque saldrán a la luz los secretos más turbios de esta familia. Sin dudas el director nos quiere mostrar un Nicola empático, desde el momento en que a la empleada que casi mata la convierte en un zombie, o cuando le otorga el don de redentor.
Si ponemos atención en ciertos indicios que va planteando esta historia, que de la comedia, el humor negro y el límite con el absurdo, muta a un thriller tenso y dramático, no nos debería asombrar la sorpresa final. Una vuelta de tuerca que aborda un tema demasiado delicado, justamente para ser un giro argumental intempestivo.
Estamos ante una película que desconcierta e incómoda al espectador por la cantidad exacerbada de recursos utilizados. Recursos que sirven para manipular una narración (tanto para hacernos reír como para estrujarnos el corazón), que no logra encontrar su equilibrio. Lo momentos más logrados sin dudas son los de la interacción ente Nicola y la pequeña Alicia, pero claro que la cinta aborda mucho más que esta instancia. “El que mucho abarca, poco aprieta”, dice el famoso refrán que aquí se aplica a regla.