Una película argentina totalmente por fuera de lo que estamos acostumbrados a ver. Una comedia negra con código propio, que te succiona o te aliena. No hay puntos medios.
En mi caso particular, la pasé muy bien y me enganché enseguida. Pero hay que tener en cuenta de que a medida que va avanzando el metraje muchos espectadores pueden llegar a salirse de sintonía.
El film mezcla varios tipos de humor y es muy acido. Al mismo tiempo, juega con la suspensión de verosímil y el pacto de realidad-ficción.
Hay un muy delgado hilo entre la solemnidad y lo absurdo.
Sin grandilocuencia para narrar, Gastón Portal hace su debut en la silla de director con una película muy sólida. Deudor del neorrealismo italiano, plasma en sus personajes un “algo” totalmente hipnótico.
Todo el elenco es excepcional y se agradecen todas las capas y vueltas de tuerca que cada uno interpreta. Sin dudas el personaje más rico es el de Peretti, pero Oreiro también tiene grandes momentos y Pablo Rago vuelve a demostrar lo gran actor que es.
Esteban Bigliardi es el catalizador. Su personaje está para desatar la ira del espectador y lo logra muy bien.
La noche mágica es una película navideña. Algo muy común en Hollywood, pero raro en la filmografía nacional
Desde ese lado también está bien explotada y logra escapar a las convenciones de ese subgénero.
Queda bien claro que quien escribe disfrutó de la propuesta, pero se reitera de que no es un film para todos los paladares.