Poco antes de irse para asistir a la cena de nochebuena con sus parientes, una familia es tomada de rehén por Nicola (Diego Peretti), un excéntrico ladrón de intereses muy particulares, quien se divierte con la extraña situación que pone en evidencia su aparición.
Porque de no haber sido por su oportuna llegada, Cachete (Pablo Rago) hubiera escapado justo a tiempo por la ventana y evitado que Juan (Esteban Bigliardi) descubriera que su esposa Kira (Natalia Oreiro) está teniendo una aventura con su mejor amigo. En cambio, Nicola lo convierte en su primer rehén y lo obliga a volver a entrar en la casa, disfrazado como su cómplice.
Lo que hubiera terminado como un robo cualquiera cambia de rumbo cuando Nicola encuentra a la pequeña Alicia (Isabela Palópoli). En su inocencia, la niña lo confunde con Papá Noel y despierta en él un extraño impulso de cumplirle la lista de deseos que ella tiene para convertir esa Navidad en una noche mágica, la que siempre quiso pero que su familia nunca pudo o quiso ofrecerle. Mientras ambos se divierten en la planta baja cumpliendo con la lista, a los adultos encerrados en la planta alta no les va a quedar otra que sacar a la luz muchas de esas cosas que llevan años evitando decirse.
La Noche Mágica de San Nicola
Hay contradicciones en La Noche Mágica y es una película un poco más compleja de lo que prometen tanto la premisa como el trailer, quienes la venden como una comedia liviana. No es que mienta: lo es durante el primer acto, pero pasados esos primeros minutos de chistes fáciles y enredos comienzan los indicios de que hay algo bastante más turbio sucediendo debajo de la superficie de esta familia tan blanca y pura.
El evidente comportamiento egoísta y violento de Juan es solo la punta de un iceberg que esconde toda una serie de otros abusos más sutiles con los que controla a su familia para que sigan sus reglas sin cuestionarlas, un sistema en el que Kira alterna entre víctima y cómplice. En ese punto, el tono de La Noche Mágica muta hacia la comedia negra y el thriller, un cambio que le hace muy bien a la propuesta y la corre de lo que hubiera sido un eje bastante previsible.
Teniendo en cuenta que su director es Gastón Portal, que aunque debuta en el cine con La Noche Mágica ya había trabajado en series tan interesantes y atípicas como Babylon y Las 13 Esposas de Wilson Fernandez (recomendada AQUÍ), tampoco debería ser una gran sorpresa.
Cuando entra Alicia en la ecuación de La Noche Mágica, la trama y Nicola se parten en dos: mientras está con ella se convierte en el Papá Noel que ella quiere que sea, pero cuando vuelve con los adultos recupera su costado más tétrico. Nunca hace explícito cuánto sabe realmente sobre lo que sucede en esa casa pero es evidente que sospecha una buena parte y que por eso decide quedarse. Se lo ve genuino tanto torturando a los adultos como divirtiéndose con la niña y justamente esa ambigüedad lo convierte en un personaje tan interesante, sosteniendo hasta el final las dudas sobre las verdaderas intenciones de todo lo que está haciendo.
¿Es un sádico villano que disfruta causando sufrimiento o un antihéroe, de métodos cuestionables, decidido a obligar a esta familia a enfrentar sus propios secretos para poder resolverlos?
Pero no todo son aciertos, porque lo que funciona muy bien en el papel no siempre sale igual en el traspaso. Lamentablemente, algunos de sus planteos se desarman un poco a medida que se acerca el desenlace de La Noche Mágica, que llega de forma un tanto apresurada para resolver demasiado rápido algo que quizás merecía algunos minutos extra para cerrar con mayor solidez.
A la película no le faltan incongruencias entre lo que parece que pretende y lo que realmente logra, además de un nivel desparejo tanto en las actuaciones como en el desarrollo de los personajes. Así como se destaca mayormente el Nicola de Peretti y Oreiro tiene un par de momentos donde lucirse con el limitado margen que le deja su personaje, menos suerte corren los otros dos adultos atrapados en personajes casi planos que acompañan solo con lo justo. Y recordando que nunca es fácil dirigir a niños pequeños, se merece elogio el trabajo de la pequeña Isabela Palópoli, que se muestra capaz de expresar miedo, alegría y hasta angustia con un nivel de verosímil bastante alto.
Quizás el mayor problema de La Noche Mágica es que mantiene un código visual y actoral al borde de lo televisivo, un estilo muy mainstream que se siente compatible con esa falsa idea de comedia liviana que engaña con ser al principio, más que con la historia de violencia intrafamiliar hacia la que muta después. Plantear el contraste entre ambas cosas es una alternativa muy válida, pero siendo que hasta se atreve a tocar temas tan complejos y poco mencionados como la competencia por el amor dentro de una familia y la tolerancia al maltrato en nombre de ese amor deforme, probablemente se hubiera beneficiado de alguna transformación más notoria de la propuesta visual, acompañando a la transformación narrativa y de los personajes que está retratando. Una vuelta de rosca extra en la sutileza para que gane en potencia todo el conjunto.
De todas formas, La Noche Mágica resulta una película interesante que corre más riesgos de lo que se podría prejuzgar de antemano, escapando de lo que suele ser aceptable en productos de este tipo, algo que siempre es elogiable pues hasta deja margen para la crítica.