El debut en la realización cinematográfica de Gastón Portal, transita con expertise por varios géneros, sosteniendo un relato que comienza como vodevil para luego ir transformándose en una película dramática que nunca pierde su humor.
Nicola (Diego Peretti) es uno de esos ladrones de guante blanco con códigos. El cine lo ha representado en una infinidad de producciones en las que siempre la hidalguía y el respeto por los demás marcan su accionar. Ya en su presentación, podemos identificar el estereotipo con el que el guion lo define.
El día de noche buena decide robar una casa, desconociendo si dentro de la misma habría algún habitante presente, pero sabiendo que es una oportunidad en el caso que nadie se encuentre dentro. Al ingresar se topa con una situación bastante particular, Cachete (Pablo Rago), escapa del dormitorio en el que estaba con Kira (Natalia Oreiro), ya que el marido de ésta (Esteban Bigliardi) llegó mucho tiempo antes de lo previsto.
Aquello que con humor se plantea en el inicio, casi como una comedia de enredos, en donde una alianza forzada entre Nicola y Cachete buscaría terminar rápidamente la jornada de robo, comienza a complicarse ante la aparición de personajes secundarios (Laura López Moyano) y, particularmente, de una niña (Isabella Palópoli), hija del matrimonio y que, aparentemente, posee problemas de comunicación con sus padres.
Seguir avanzando en los detalles de la propuesta restaría el factor sorpresa con el que Portal ha desarrollado su historia, la que, gracias a su extensa experiencia previa en materia de producciones televisivas, sale airosa de su estructura de película filmada en una sola locación, sosteniéndose, además, en las logradas actuaciones del quinteto protagónico.
La noche mágica (2020) saca de la zona de confort y lugares transitados recurrentemente a los actores protagónicos, ofreciendo colores diferentes a una historia en sus interpretaciones que comienza a teñirse de oscuridad, atravesando cada momento del relato con una mirada lúcida acerca del mundo del arte y los vínculos.
Oreiro dibuja a Kira con pinceladas, en partes iguales, de inocencia y ferocidad, Peretti impregna a su Nicola de una luz que trasciende la pantalla, Rago se compromete al punto de salir del lugar clásico del amante, y Bigliardi se encoleriza para representar lo peor de la sociedad machista existente.
¿Cuánto vale una instalación? ¿Qué sentido tiene mantener una obra valiosa en una vivienda sabiendo del peligro que sea robada? ¿Cómo se consagra en el ámbito privado el arte? ¿Cuál es la finalidad de mantener en un domicilio objetos valiosos? Algunas preguntas que se harán los espectadores al reflexionar sobre el universo que La noche mágicaplasma.
Portal se arriesga en su película, y gana, evita transitar lugares comunes, y profundiza en el complejo entramado de sensaciones de los personajes, potenciándose junto a los del espectador, quien deberá ir acompañando los cambios de puntos de vista de un relato que, en el fondo, propone una mirada diferente acerca de una clase privilegiada, que esconde bajo la alfombra a sus muertos y que, en un punto, replica lo peor de todas las sociedades con tal de mantenerse en la misma posición de por vida, con decisiones marcadas por una doble moral, la que, en manos de Nicola, se verá desnuda y expuesta.