Terrorismo, esclavitud y venganzas
Cuenta nada menos que los diez años de búsqueda de Osama bin Laden, desde el atentado a las Torres hasta su captura final en una casona de Pakistan. En lugar del tono sucio, semidocumental y riguroso de “Vivir al límite” (su anterior filme), Bigelow adopta aquí algunos trazos del cine hollywoodense para exaltar la personalidad de esa agente de la CIA que aún mantiene su anonimato. El filme dice que ella, sólo ella, creía en esta misión. Y que al final se pudo localizar y matar a Bin Laden gracias a la corazonada, el olfato y la obstinación de esta agente. Es un punto de vista atrevido. Y en esa dirección, más de una vez, para subrayar esta gesta solitaria, deja en penumbras el contexto. Vale, por eso, más como thriller que como documento. Y allí sí funciona a la perfección: tensión, denuncia, elenco impecable y el realismo que transmite cada secuencia. Es oscura, sinuosa, valiente, difícil, pero es verosímil, fuerte, rica en sus detalles. Y tiene una soberbia actuación de Jessica Chastain y un par de escenas - la apertura y el cierre- memorables: la película se abre con la pantalla a oscuras para escuchar los últimos mensajes que enviaban a la vida los ocupantes de las Torres. Conmovedor. Y cierra con la captura de Laden, un modelo de cine de acción, febril, vigoroso, incierto y potente.