Siempre una historia bien contada es la mejor fórmula para hacer buen cine
Supongo que cuando Kathryn Bigelow comenzó como directora, allá por la década del ochenta, podía soñar con hacer muchas películas pero nunca con el rumbo que iba a tomar su cine.
Para los que la hemos seguido desde “Cuando cae la oscuridad” (1987), pasando por “Testigo Fatal” (1989) y “Punto límite” (1991), es notable observar como un artista va evolucionando para luego comprobar cuántos de los recursos visuales y narrativos con los que empezó hoy le son funcionales para el crecimiento de su obra. Ya lejos de los vampiros, el fetiche por las armas y surfistas con máscaras de presidentes, la única directora ganadora de un Oscar (por “Vivir al límite” -2008-, nominada en 9 categorías y ganadora en 6), aborda un cine profundamente comprometido, realista (casi periodístico), pero sin dejar de lado ni por un segundo la razón básica que mueve a un espectador de su casa a la butaca de un cine: contar una historia.
Por eso “La noche más oscura” tiene dos caminos para ser analizada, sin que esto signifique una disociación.
El primero es el contexto político. Todo comienza en 2001 con el atentado a las Torres Gemelas. En este sentido la marcación de los años en los que transcurre la acción está emparentada con lo episódico. Bigelow siempre supo el lugar que su país le iba a dar a esta producción dado el dolor perenne provocado por el hecho. Luego el nombre de Osama Bin Laden, y su asesinato. En medio de todo esto, la presidencia de Bush que sumió a la nación más poderosa del mundo en una profunda crisis que hoy todavía afecta a millones y la de Barak Obama. La decisión política del guión es la de lateralizar los nombres propios en términos de relevancia. La orden de cazar al terrorista prevaleció durante 10 años más allá de quien fuera presidente. El poder político juega un papel secundario, y hasta terciario, con lo cual la directora no toma parte ni posición, sólo se centra en el otro camino. Como si hiciera un guiño cómplice a la clase votante y un pito catalán a su homónima política. “Todos sabemos quien era quién luego del 11S, no hace falta decir." En todo caso hay una única presencia en cuadros en la pared y una mención al cambio de las reglas del juego. Obama prohibió las torturas a presos políticos ergo, la información debía obtenerse de otra manera.
El otro camino de análisis sí tiene que ver con la historia que se narra. Maya (Jessica Chastain) es una agente de la CIA que lentamente se va involucrando en el proceso de investigación para encontrar al líder de Al Qaeda. Ella y el espectador son testigos de una de las escenas de tortura más duras que se hayan filmado. Cada momento como este la va sumiendo en una suerte de obsesión personal para con la misión. En el estupendo trabajo de Jessica Chastain vemos cómo las horas, los días, la falta de sueño y las respuestas por parte de sus superiores, van afectando el resultado y su sano juicio. Así pasan los años, entre falsas pistas, testigos que no hablan y algún otro que abre nuevos caminos.
“La noche más oscura” está muy bien realizada porque, entre otras cosas, asume el riesgo de tener una impronta casi documental, dejando poco margen para la duda de cómo se dieron los acontecimientos. Con distinta estética y resultado Oliver Stone lograba lo mismo con “JFK” (1992). Ningún espectador cree ya que a Kennedy lo mató un sólo tipo desde la ventana de un depósito
De la misma manera, será muy difícil convencernos de otra versión de los hechos en la caza y muerte de Bin Laden.
La compaginación logra momentos frenéticos, aún en aquellos en los cuales los personajes se van rindiendo ante el fracaso, pero a no confundirse, esta es la historia de una investigadora y su misión. Punto. Por eso la protagonista nominada al Oscar lleva las riendas del relato y también el ritmo narrativo.
El despliegue de la directora como especialista en cine de acción se da en la última media hora. En este sentido bien podría ser una película aparte. Todo lo construido con la búsqueda decanta en la incursión militar que tiene momentos inolvidables. Todo funciona con ese equipo de técnicos que ponen todo el talento a favor de la tensión dramática.
“La noche más oscura” podrá entonces estar lejos de ser una obra maestra, pero demuestra al espectador que Kathryn Bigelow es una gran directora y que siempre una historia bien contada es la mejor fórmula para hacer buen cine.