La obsesión como motor de búsqueda
Kathryn Bigelow, ganadora del Oscar por su film Vivir al límite, vuelve en esta historia a demostrar su maestría detrás de cámara. Maya, la protagonista, tiene el peligroso objetivo de buscar a Bin Laden. Cruda y perturbadora.
La noche más oscura es el muy feo título local para Zero Dark Thirty (término militar que significa 12:30 AM), la nueva película de Kathryn Bigelow. Directora que ya entró en la historia grande del cine por haber sido la primera mujer en ganar el Oscar a mejor dirección y mejor película con su film anterior, el excelente Vivir al límite. No fue un premio para compensar años de postergación, Bigelow es una directora fuera de serie. Sus films anteriores, Cuando cae la oscuridad, Punto límite, son extraordinarias narraciones llenas de tensión. Su maestría para el relato se hace presente también aquí en esta película. La historia que cuenta La noche más oscura es la de una mujer que está al frente de la búsqueda de Osama Bin Laden. La maestría de Bigelow consiste en convertir en una película de gran suspenso algo cuyo final todos conocemos. Las grandes implicancias políticas que tiene el film se convierten en un material más profundo y trascendente que una bajada de línea. Para Bigelow el centro de la atención está en el personaje principal. Maya es un clásico personaje Bigelow, alguien obsesionado con un objetivo difícil, peligroso, que consume toda la energía y que eventualmente podría implicar la autodestrucción. Aquello por lo que se vive es aquello por lo que se muere, podrían decir sus personajes. Maya deja todo en el camino, pierde todo, se obsesiona y sigue donde los demás ya han abandonado. Su obsesión sostiene la búsqueda. Paga cualquier precio, pierde la noción de todo. Lo mismo que le pasaba a los surfistas de Punto límite o al desactivador de bombas en Vivir al límite. Van en busca de aquello, de ese objeto de su obsesión y no reparan en lo que pasa en el medio. Maya es una persona ambigua, oscura en muchos aspectos, y la película se ocupa de ella y de su obsesión. Pero también es tenaz, comprometida, fuerte, leal a su objetivo. En el extraordinario clímax final (filmado casi en tiempo real) vemos el resultado de su obsesión, el triunfo de su tenacidad. La película abre con una crudeza terrible y termina igual. No es una edulcorada y simpática historia para pasarla bien, su inteligencia claramente la eleva por encima del promedio. La noche más oscura es, por sobre todas las cosas, la confirmación del talento maduro de Kathryn Bigelow, cuya probada fuerza para la narración llega a otro punto alto en su carrera a la vez que sigue explorando los temas que la obsesionan.