Martín es un cuarentón que vive solo y se mantiene sin que sepamos cómo. Su día a día -más bien, noche a noche- no cambia tanto, siendo sus únicos objetivos encontrar un poco de sexo, droga y alcohol.
La noche, protagonizada por su director Edgardo Castro narra la historia de un hombre que vive en la oscuridad -donde la decisión de una iluminación mínima e indispensable es un gran acierto. La cámara en mano e indecisa a la hora de hacer foco retrata a un protagonista que parece estar perdido en medio de su propia realidad.
La vida solitaria de Martín implica pasatiempos donde priman las relaciones sexuales -imágenes explícitas y filmadas en largos planos secuencia- con hombres, mujeres y travestis y donde la satisfacción y el orgasmo parece ser lo único que no se muestra. Los excesos, en sus diversas formas formas, simulan ser un modo que estas personas encuentran para que los días transcurran con la mayor levedad posible.
Todos ellos tienen algo en común: están solos y deambulan por la zona de Once y aledaños buscando algo sin saber bien qué. Los escenarios son hostiles: bares, clubes de striptease, boliches -sobre todo en el baño-, hoteles de alojamiento y otros de mala muerte. Todos los personajes comparten el mismo motivo: tener con quien compartir cocaína y soledad.