Tediosa travesía nocturna de un vicioso que no sabe qué hacer con su vida
Esta es una película para gente de muy buena vista, porque casi todo transcurre a media luz, o aún menos. En cuanto al contenido, es lo que las viejas de antes llamarían asqueroso, las de ahora desagradable, y las más curtidas, simplemente aburrido. Precisamente, ha tenido buena repercusión en festivales donde está de moda elogiar lo asqueroso, desagradable y aburrido. E inexpresivo, esto también es una marca de estilo (y de moda) en esos lares. La historia es simple. Un cuarentón, que no se sabe de qué vive, pasa las noches en encuentros poco memorables de droga y sexo casual (homo, bi, tri, trans, lo que venga), y pasa los días en caminatas muy poco interesantes para comprar drogas o camisas. En esto último lo acompaña una morocha, pero después parece que se queda con una rubia. En el fondo, lo que el tipo busca parece que es algún afecto, aunque para suponer eso hay que esperar hasta el final de 135 interminables, monótonos y oscuros minutos.
Autor, libretista, productor e intérprete con el pitulín al aire, Edgardo Castro. Lo acompañan Dolores Guadalupe Olivares, Willy Prociuk, Paula Ituriza, y otros pocos. Y lo alientan quienes hablan de polémica, escándalo, mentes libres, "una cámara tan curiosa como audaz" y demás carnadas artificiales.