La noche

Crítica de Paula Caffaro - CineramaPlus+

EXCESOS BRUTALES

La noche que describe Edgardo Castro presenta una sucesión de imágenes características de una parte marginal de la población de la capital federal que intenta calmar su soledad deambulando por los recovecos más oscuros de la ciudad. Una tras otra las imágenes que pone en pantalla son frescos en movimiento de situaciones cotidianas de habitantes taciturnos que sólo buscan un poco de alivio.

En ese contexto, enmarcado en una zona geográfica muy específica de Buenos Aires como lo son los barrios de Once y Abasto, el protagonista de esta narración errante lleva al espectador tras sus pasos a recorrer, noche tras noche (es más de una noche porque se ven claramente más de dos amaneceres) los antros de lujuria que frecuenta, donde el alcohol, las drogas y el sexo son las recreaciones principales.

Como descripción de un estado de situación y la representación (muy realista) de un sector social periférico, La noche, tal vez pueda pecar de hiperrealista. La construcción de la veracidad y la sensación de estar viviendo el tiempo real del filme está presente a través de la harto utilizada técnica del plano secuencia y la tan sobrevalorada “cámara espía” que parece habitar la escena sin ser vista. No digo que en sí sean recursos inapropiados sino más bien bastante repetitivos y hasta agobiantes.

Además, el exceso de mostración (si es este el objetivo de tanta exuberancia representativa) provoca un tedio más cercano a lo desagradable que a lo narrativamente necesario para contar esta historia de bajos fondos. Lejos de una opinión moralista lo que intento comprender es la necesidad de ofrecer tanta cantidad de planos detalles de miembros reproductores masculinos cuando en realidad la sugerencia podría haber funcionado de manera más orgánica.

Sin ánimos de ofender ni degradar el trabajo de nadie, pienso que La noche tiene un espíritu atractivo pero falla en la puesta en escena. La mayoría de las veces, menos es más.

Por Paula Caffaro
@paula_caffaro